Confetti

Segunda parte

Maricarmen Delfín Delgado

Julián Carrillo, Director de la Facultad de Música, se interesó por el plan educativo de Vasconcelos, investigó durante sus viajes al interior del país sobre qué tanto se apreciaba la ambiciosa campaña contra el analfabetismo, se percató en varios estados del poco interés de la población hacia este valioso proyecto, reinaba un desinterés popular. Entonces propuso a Vasconcelos enviar una serie de comunicados a los principales diarios de México para hacer propaganda y reforzar la campaña, comisionar a un habitante por manzana de las ciudades, villas y pueblos como Director de dicha manzana y así poder elegir a los profesores honorarios, extender los reconocimientos universitarios a cada director, finalmente al lograr el éxito de la cruzada, levantar una bandera blanca como señal del gran logro. Además, fomentar el sentimiento nacionalista.

Vasconcelos aceptó y se puso en marcha lo propuesto, Carrillo ya con el permiso, lanzó una convocatoria para obras que hablaran sobre México y sus costumbres, historia antigua y mitología, escritos como libreto para ópera. La celebración de los 110 años de la Independencia fue el marco que se aprovechó para alentar el espíritu nacionalista con un acto de Jura de Bandera que no se había hecho desde 1910, con 15,000 niños el 14 de septiembre de 1920 se cantó el Himno Nacional acompañados por tres bandas compuestas por 600 ejecutantes, dirigido por el propio Julián Carrillo. El texto del Juramento a la Bandera fue emotivo y con un significado de compromiso nacional:

¡Bandera! ¡Bandera tricolor! ¡Bandera de México! Te ofrecemos con toda el alma procurar la unión y concordia entre nuestros hermanos los mexicanos, luchar hasta destruir el analfabetismo y siempre estar unidos en torno tuyo, como símbolo que eres de la patria, para que México obtenga perpetuamente la libertad y la victoria.

La letra de este juramento lleva implícitas las dos preocupaciones principales de José Vasconcelos: la unidad e identidad nacional y la ardua lucha contra el analfabetismo; esta lucha sin descanso y su compromiso con la nación lo llevó a fundar el Instituto Etnográfico Indígena apoyado por la Universidad, para fomentar las artes indígenas y motivar a los creadores a servir con su trabajo y conocimientos a las industrias nacionales.

Un año después Vasconcelos informó que en vista de las alarmantes condiciones de la educación en el país y reconociendo que el número de analfabetos crecía en vez de disminuir, decidía dar un vigoroso impulso a la campaña contra la ignorancia existente. Se instalaron escuelas rudimentarias en zonas urbanas y rurales, por la falta de edificios se contrató la instalación de 500 tiendas de campaña para colocarlas en plazas, jardines y barrios populares; se habilitarían con mobiliario y luz, para poder recibir a todo el que quisiera aprender a leer y escribir. Con tres turnos, uno en la mañana, otro en la tarde y el último e la noche; el curso duraría tres meses, el alumno que tuviera buena asistencia, puntualidad y aprovechamiento recibiría su diploma de acreditación.

El licenciado Vasconcelos, elogió el trabajo de todos los maestros pero especialmente a la profesora Eulalia Guzmán, directora del Departamento de desanalfabetización, por motivar a trabajar por una emergencia patriótica, como en vísperas de guerra o frente a una calamidad como la peste. Peste es la ignorancia que enferma el alma de las masas.

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