El Grito millonario y la Charola
Salvador Muñoz
No sé si deba espantarme o no por el costo que tendrá el Grito, junto con todas las fiestas propias de este septiembre patrio, según se expandió en sendos documentos que manejan el presupuesto para tales celebraciones: casi quince millones de pesos. En el grupo principal que ha de amenizar la noche del Grito se van más de seis millones y medio… es la banda de La Adictiva. Ha de disculpar el Pueblo Bueno y Sabio pero desconozco si el espectáculo de tal grupo musical valga tal cantidad… lo que sí recuerdo es que si eso cobra La Adictiva, imaginen cuánto Los Tigres del Norte, que igual estuvieron en alguno de los gritos de Javier Duarte de Ochoa… como sea, lo único cierto es que con la difusión de ese famoso presupuesto, al menos en las redes sociales se adelantó el Grito… de la indignación… bueno, insisto… yo no sé si 15 millones de pesos estén dentro de los parámetros de lo que se puede gastar o alcancen el grado de despilfarro, ¡nunca he organizado una pinche fiesta y ni me gustan! aunque por otro lado, creo entender el malestar de los 15 millones porque la Cuarta Transformación presume ese término chocoso en sus esquemas doctrinarios llamado Austeridad y quienes critican el presupuesto consideran que tal cantidad es excesiva… insisto, ¡no sé! ¡no sé si sea excesiva!
Lo que sí me parece fuera de lugar y más por las condiciones propias que estamos viviendo, es el gasto en pirotecnia que se maneja en tales documentos… casi 370 mil pesos.
Estoy de acuerdo… no deja de ser un excelente trabajo artesanal lleno de colores y sonido que hace que las noches del Grito tengan un matiz especial, pero… dos cosas:
1.- ¿Nuestras autoridades saben qué tanto jode un pinche cuete a los perros que tienen que soportar nuestro patriotismo?
2.- ¿Nuestras autoridades tienen una mínima idea de las cantidades de contaminación que a diario se dan en Xalapa, para que sumemos nubes de pólvora quemada a nuestro ambiente?
Al final, cada Gobierno, de un modo u otro, ha dado el Grito como ha querido, con el grupo o cantante que esté dentro de su presupuesto (Niche, creo, estuvo con Yunes Linares; ya citamos a Duarte y sus Tigres) y no podemos dejar de lado que esto no es más que un acto populista con aires de patriotismo…
¿Ramiro Condado? Sin querer, al leer este nombre, evoco a Juan Herrera Marín y a Eduardo Andrade Sánchez. Leo que el hermano del alcalde de Acayucan, Clemente Condado Escamilla, fue intervenido y puesto a disposición de las autoridades de la Fiscalía General del Estado por lo que le resulte. Ramiro Condado en estado de ebriedad subió su camioneta a un camellón en una avenida de la capital veracruzana y ya no pudo sacarla de allí. Llegaron autoridades de Tránsito y Seguridad y lo que pudo ser un borrachazo puede tener otros matices, pues el acayuqueño sacó una “charola” que lo acreditaba como coordinador de asesores de la diputada Florencia Martínez Rivera. En lo particular, me sorprende “el charolazo”… ya ni se debe pensar en ello ni como una forma de “usos y costumbres” y acudir a tal es una forma de prepotencia.
El asunto es que tal charola al parecer, no fue expedida por la LXV Legislatura, que se deslindó de cualquier relación con el hermano del alcalde… luego entonces, ¿quién le dio tal placa al señor Ramiro Condado si en el Congreso dicen que no? ¡Y ojo! porque de acuerdo a las imágenes, la camioneta traía pegotes con el logo de la Legislatura. Bueno, ya será asunto de la encargada de la fiscalía, Verónica Hernández Giadáns, darle el matiz que merezca este charolazo…
¿Y por qué me acordé de Juan Herrera Marín y Eduardo Andrade Sánchez? porque en aquellos tiempos que estuve en Acayucan, tuve oportunidad de entrevistar a ambos, cuando se desempeñaban como secretario (o director, no recuerdo) de Seguridad Pública y Procurador de Justicia, respectivamente. Habían acudido a la Llave del Sureste para investigar el secuestro de una joven llamada Rebeca. Al tiempo, uno de los involucrados en el secuestro fue un señor de nombre Ramiro Condado, homónimo del sujeto del “Charolazo”.