La publicidad y medios
Por Naldy Rodríguez
Por no ser “rentable”, The New York Times cerró su edición en español. No bastaron los 900 artículos de opinión y otros cientos de textos informativos, la mayoría de calidad, para continuar con el proyecto que arrancó en 2016.
¿Qué requiere hoy en día un medio de comunicación para que sea económicamente estable y tenga entradas suficientes para mantener su plantilla y estructura? La calidad no basta ni es el ingrediente mágico para obtener ingresos y con ello pagar sueldos dignos a reporteros, editores, columnistas. Aunque a muchos no les guste, uno de los factores primordiales es la publicidad oficial tan satanizada y estigmatizada.
La crisis económica para los medios de comunicación en México no es algo nuevo, pero quizás se ha agudizado y se refleja en el retraso en el pago de salarios al personal, reducción de la plantilla, eliminación de coberturas especiales y viáticos, pero también en el chantaje y extorsión de unos cuantos.
El escenario en Veracruz es muy similar, no generan “los retornos suficientes” para mantenerse a flote, frente a escenarios adversos. Tras los gobiernos de Fidel Herrera y Javier Duarte, dispendiosos con el dinero público para favorecer a periodistas y empresarios, en el bienio de Yunes varios periódicos cerraron o se convirtieron en digitales, sin retorno al impreso.
Los primeros cuatro años del gobierno duartista fueron evidentes los convenios publicitarios entre la administración y diversos medios de comunicación, pues se publicaban los mismos boletines y titulares, que ocupaban los espacios principales.
Al finalizar el bienio, el gobierno tuvo que entregarme más de mil 300 facturas emitidas entre el 2015 y 2016 por concepto de publicidad oficial, pagadas por supuesto con recursos de diversas dependencias estatales. Así era como dispersaba Duarte el dinero.
Del análisis superficial de esos comprobantes de pago se desprende que, de forma mensual, algunas empresas y periodistas locales recibieron desde 50 mil hasta 950 mil pesos, mientras que medios nacionales llegaron a facturar desde uno hasta tres millones de pesos.
Además, se habrían destinado recursos a través de empresas “fachada”, sin registro ni trabajadores como Impulsora de Negocios Santa Elena S.A. De C.V y Comercial Ventoselo, ambas con direcciones en la ciudad de Córdoba.
Para noviembre de 2017, Elías Assad, declaró que el ex gobernante “agasajó” con 13 mil millones de pesos a empresas periodísticas y que algunas nacionales eran sus consentidas. Usted se imaginará cuáles.
Y en la cuenta pública de 2016, cuando estuvo al frente Alberto Silva Ramo, el ORFIS señaló que desde la Coordinación de Comunicación Social se desviaron al menos 2 mil millones de pesos y casi la mitad sería a empresas fantasmas, sin registro público y otras que compartían dirección en viviendas o locales cerrados en el estado de Puebla.
Es necesaria la publicidad oficial, por supuesto, porque los medios son empresas (no beneficencia social), pero se requiere un piso parejo, mesura en los convenios, garantías para que no se vuelvan a desviar los recursos y para que los dueños otorguen salarios dignos y prestaciones a sus reporteros y fotógrafos. La sociedad sin duda requiere también periódicos, revistas, radiodifusoras y televisoras fuertes y consolidados, que realmente cumplan con su función de informar y generar opinión entre los ciudadanos, sin la diatriba, sin mentir ni desvirtuar los hechos.
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