Confetti

SUPLEMENTOS CULTURALES

Maricarmen Delfín Delgado

Hablar del suplemento cultural en estos días es primordial y necesario, su aparición, hace ya más de 400 años con la llegada de la imprenta, ha sido lo mejor que le pudo pasar a las letras, a la cultura, al pensamiento humano, ha sido el escaparate y lo seguirá siendo de los creadores, escritores y artistas que buscan compartir con el mundo exterior su mundo interior.

El periodismo se inicia con el trabajo de intelectuales como filósofos, poetas y escritores que se vieron en la necesidad de comunicarse con la sociedad para informar sobre su realidad en un contexto limitado en medios y además convulsionado por los movimientos sociales.

Con la aparición de las primeras publicaciones como revistas, hojas volantes, trípticos y panfletos, aparece el suplemento cultural como un medio de difusión para dar fuerza a la noticia del diario acontecer y al mismo tiempo, fortaleciendo su permanencia en la preferencia de los lectores.

En 1869 aparece la revista El Renacimiento iniciada por Ignacio Manuel Altamirano, donde se percibe un claro rompimiento del patrón literario colonial para abordar temas de nuestra realidad nacional como la desigualdad, la muerte, la devastación, el saqueo y la miseria, ideas expresadas desde el punto de vista del arte y las letras. Algunos de sus colaboradores fueron Guillermo Prieto, Manuel Payno y Vicente Riva Palacio, cimientos de la literatura mexicana del Modernismo. En su efímera existencia publicó más de cincuenta números marcando la senda que seguirían otras publicaciones similares.

El siglo XIX fue un semillero de publicaciones culturales, entre las notables podemos citar la Revista Azul (1894 – 1896) impulsada por Manuel Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz Dufoo donde se difundió a los autores del Modernismo hispanoamericano. Esta publicación es la primera que aparece como suplemento, es decir como anexo de una publicación principal, en su caso fue del Periódico del Partido Liberal; con un criterio independiente compartieron las ideas de la época, cuestionar mediante la literatura los desafíos históricos y culturales del país, inspirados en el modelo  francés como ideología recurrente.

Los suplementos culturales tuvieron muchos sucesores que siguieron esta línea con proyectos similares hasta la llegada del siglo XX con un recuento interminable, entre ellas las publicaciones de los Contemporáneos: Carlos Pellicer, Salvador Novo, Bernardo Ortiz, Enrique González, José Gorostiza, Torres Bodet, Villaurrutia, Jorge Cuesta y  Gilberto Owen, por citar algunos, tuvieron a su cargo tres revistas literarias: La Falange, Ulises y Contemporáneos, donde se publicó ensayo, poesía, piezas teatrales, textos de literatura mexicana y la promoción de las obras de pintores de la época.

Octavio Paz reúne en la Revista Taller a literatos como Efraín Huerta, José Revueltas, Juan Ramón Jiménez y León Felipe entre otros. La lista la seguirían complementando muchas publicaciones durante décadas, revistas y suplementos propios del país y unos más traducidos del francés y del inglés donde se dieron a conocer los avances y las obras literarias que hoy son clásicos, sin los publicaciones culturales no tendríamos este acervo.

La historia de las revistas y suplementos dedicados a la difusión cultural es larga con figuras icónicas como Fernando Benítez precursor del periodismo cultural en México, en su suplemento semanal México en la Cultura, anexo al periódico Novedades, escribieron Octavio Paz, Alfonso Reyes, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis y Emilio Pacheco entre otros, quienes también colaboraban en la Revista Mexicana de Literatura a cargo de Juan García Ponce, y en la Revista Universidad de México. Esto fue en el periodo entre los años 50 y 60.

Para los años 60 a 70 la convulsión política en la transición de López Mateos a Gustavo Díaz Ordaz repercutió no sólo en la represión física, también en la censura de las publicaciones culturales que siempre se han caracterizado por un criterio propio exaltando los derechos individuales, los valores y la libertad física y de expresión.

Para sintetizar este recuento enlistaremos algunos de los suplementos culturales que marcaron toda una época en el país y los recientes: La República de las Letras, La Cultura en México (Siempre), La Jornada Semanal, Laberinto (Milenio), Confabulario (Universal) y El Cultural (La Razón), y  Sábado (Uno más Uno).

La difusión de la cultura en sus variadas formas de expresión parece estar en vías de extinción, los periódicos han reducido las páginas dedicadas a este rubro y los suplementos culturales se han extinguido, recordemos unos años atrás en la historia del periodismo en Xalapa, contábamos con algún difusor de cultura donde apoyarse , en los principales diarios de la ciudad aún se preocupaban por publicar un sesgo de conocimiento literario y artístico, acción que ya quedó en el olvido.

En la actualidad donde los avances tecnológicos en la comunicación cotidiana han cambiado la forma de pensar y actuar de las nuevas generaciones, la información impresa está fuera de sus intereses, la era digital ha capturado a la mayoría de los diferentes grupos sociales con un universo de opciones para la lectura.

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