Los grandes problemas nacionales
Alfredo Bielma V.
Cuando nació el Estado Moderno, entre las premisas mayores que lo justificaban estaban la Educación, la Salud y la Seguridad colectivas, la sociedad se organizaba así para resolver sus problemas colectivos, en busca del bienestar público, para alcanzar esas metas se requería del esfuerzo de cada uno de los individuos de la sociedad y una economía consolidada, tal fue el Gran Pacto. Durante muchas décadas en México gozamos de un Estado Benefactor, que finalmente degeneró en un pernicioso paternalismo gubernamental. Aquellos fueron tiempos de los gobiernos “emanados de la Revolución Mexicana”, a uno de ellos su titular, el presidente López Portillo (1976.1982), lo calificó como “el último de la Revolución Mexicana”.
Si bien para quien esto escribe aquella etapa forma parte de una biografía generacional, para las generaciones nacidas a partir de la penúltima década del siglo XX esa época cabe en la evolución del Estado Benefactor hacia el neoliberalismo, mediante la pugna entre “políticos” y tecnócratas” escenificada al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la catedral política de esos tiempos. 1982 fue el inicio del gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, un burócrata de cuello blanco formado en los cubículos del Banco de México, muy ajeno a la “grilla” de los corrillos políticos, que convenció al presidente López Portillo para hacerlo su sucesor en Los Pinos. Esa transición provocó trastornos políticos y cambios sustanciales en el modelo económico que aplicarían cuatro gobiernos priistas (el de Peña incluido) y dos gobiernos emanados del PAN 2000-2012).
¿Fue negativo para el país aquel cambio de modelo económico? ¿No acaso fue un cambio obligado por la tendencia globalizadora de la economía mundial? ¿Es el liberalismo económico también el modelo económico del actual gobierno de México? Lo cierto es que sin el Tratado del Libre Comercio firmado en 1994 por el presidente Salinas de Gortari y sus pares de Canadá y los Estados Unidos la economía nacional se hubiera aislado y perdido las oportunidades para crecer económicamente. ¿Quién podría poner en tela de duda que el nuevo Tratado económico (TMEC) suscrito por el gobierno de México es expresión neta del liberalismo económico? Ni el propio presidente López Obrador podría negarlo.
Siguiendo la tesis marxista, podemos inferir que los cambios en el modelo económico en México trajeron cambios políticos. Precisamente, por aquella pugna priista entre “políticos” de la Revolución Mexicana y los “tecnócratas” o políticos de nuevo cuño surgió el Partido de la Revolución Democrática (PRD-1989), integrado por políticos inconformes con el cambio de modelo económico que impuso la nueva orientación ideológica del gobierno mexicano. El PRD terció en la tradicional pugna partidista PRI-PAN, y lo hizo con tal fuerza que en pocos años alcanzó posiciones políticas y legislativas de elevada importancia, en su tiempo muy raras para un nuevo partido. En perspectiva histórica podemos desprender que fueron errores de estrategia política los que impidieron al PRD adelantarse al PAN en busca de la presidencia de México.
Ya con el modelo económico de economía mixta, de rectoría económica del Estado, se dieron crisis económicas reflejadas en inflación y devaluación monetaria (Echeverría, López Portillo), al igual que en el neoliberalismo (De la Madrid, Salinas, Zedillo, Calderón).
Cuando acontecieron “los errores de diciembre” en 1994 se produjo un movimiento devaluatorio sumamente pernicioso para los mexicanos, apenas iniciaba el gobierno de Ernesto Zedillo, un connotado economista de la línea neoliberal que tanto disgusta al actual presidente López Obrador. Aquel descalabro económico provocó la renuncia del Secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche, doctor en Economía por la Universidad de Yale y licenciado en Ciencias Políticas, por la UNAM, con fama de haber negociado el ya desaparecido TLCAN, solo 28 días permaneció en Hacienda. Después de aquella gran crisis económica se recuerda la de 2008, que también perturbó el desarrollo del país. Esas experiencias permiten comparar las dimensiones y consecuencias de la actual crisis económica, pero aún no es posible evaluar. Sin embargo, preocupa sobremanera el remedio que se vaya a aplicar o se está aplicando, porque aquellos de antaño sí sabían de economía, mientras que ahora no se advierte un equipo preparado para enfrentar la crisis, salvo el discurso presidencial que no resulta de mucha ayuda, por el magro conocimiento del asunto que lo acredita.
Todavía más, hubiera parecido una patraña insulsa, más propia de una mente escabrosa si antaño se hubiera pronosticado un futuro gobierno que utilizara subterfugios como la rifa de un avión para entretener a la población mexicana, ajenos a los auténticos problemas nacionales de obvia y urgente resolución, para lo cual no demuestra ni interés ni capacidad el actual gobierno. Sin embargo, el ungüento de la rifa ya está en la agenda nacional, tan “metódicamente” razonada que hasta se tiene “programado” el destino de los 3 mil millones de pesos que el gobierno obtendrá de la rifa: 2 mil millones a gastos de salud, adquisición de equipo y material médico. Pero son solo cápsulas informativas para entretenernos, mientras la economía sigue a la baja, la inseguridad campea por todo México y en los hospitales públicos del país se vive la penuria diaria.
He aquí los grandes problemas nacionales: Economía estancada, inseguridad al tope y políticas de Salud sin rumbo, en esto último radica lo más grave porque se está poniendo en riesgo la salud de millones de mexicanos carentes de Seguridad Social, y aún de quienes la disfrutan. Campea por todo México la contradicción entre el discurso presidencial sobre medicinas y servicio médico gratuito, porque la gente lo cree, asiste a los hospitales y quienes están en grave aprieto es el personal médico y paramédico, más aún el personal de ventanilla, al que resulta difícil atender como lo dice el discurso, simplemente porque la realidad es contrastante con las palabras. Mientras, la agenda nacional se nutre de la rifa de un avión.
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8- f3br3r0-2020