Comunicado del Arzobispo de Xalapa ante la contingencia del Covid-19.

“…Así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú estás
conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. El Señor es mi pastor nada me falta” (Sal. 22).

Muy queridos hermanos y hermanas:
Manifestamos nuestra confianza en Dios nuestro Padre providente, en su Hijo Jesucristo nuestro redentor y en el Espíritu Santo fuente de todo consuelo. Creemos que Dios camina siempre con su pueblo y se hace presente con su misericordia en toda circunstancia, especialmente en los momentos de adversidad.

Frente a la emergencia sanitaria del COVID-19 que estamos viviendo en nuestro país, deseamos expresar nuestra cercanía, acompañamiento y solidaridad a todo nuestro pueblo que vive con incertidumbre y preocupación en este momento de nuestra historia. Elevamos una plegaria ferviente por los médicos y el personal sanitario que están enfrentando esta pandemia, así como por los enfermos que están siendo atendidos en las instituciones sanitarias y en sus propias familias.


Nuestra caridad pastoral nos mueve a seguir garantizando, a nuestros feligreses, la atención espiritual que los anima y fortalece especialmente en estos momentos de tribulación. Por ello la Iglesia los seguirá alimentando con la Palabra de Dios, la oración y los sacramentos, sin descuidar las medidas preventivas que nos piden las autoridades sanitarias y que recomiendan los obispos de México.

Por este motivo, considerando el bien integral de nuestros feligreses, hemos
determinado por ahora tomar las siguientes disposiciones:

  1. Se suspende lo que a continuación se especifica:
    a) Todo tipo de actividades que suponga la convocación masiva de fieles.
    b) El catecismo presacramental y de perseverancia para infantes.
    c) La realización de reuniones parroquiales, decanales y diocesanas de grupos, misiones, talleres, cursos, retiros, encuentros juveniles, congresos de familias y cualquier otra expresión formativa que ponga en riesgo a los fieles, en razón de la asistencia numerosa.
    d) Cada una de las celebraciones de la piedad popular, que la Iglesia realiza tradicionalmente en Semana Santa, a saber: El Jueves Santo, la visita a las siete iglesias; el Viernes Santo, el rezo de Santo Vía Crucis, la ceremonia de las siete palabras, la procesión del silencio y el santo rosario del pésame a la Virgen María; así como las devociones de la piedad popular que son propias en algunas zonas de nuestra Arquidiócesis; y, el Sábado Santo, las celebraciones masivas en el cementerio.
    e) La celebración de la Misa Crismal con la presencia de fieles laicos.
  2. La práctica de devociones y piedad popular pueden llevarse a cabo en forma personal o familiar.
  3. Los niños, adultos mayores en plenitud, personas con capacidades diferentes, quienes padecen alguna infección respiratoria y los que en conciencia, en este periodo de contingencia, así lo consideren, están dispensados de asistir a la santa Eucaristía.
  4. Seguir celebrando la Misa dominical y entre semana, siempre y cuando se tomen las medidas sanitarias convenientes, como son: evitar el saludo de
    mano durante el rito de la paz, recibir la comunión en la mano, mantenerse a una sana distancia en las celebraciones, entre otras.
  5. En Semana Santa, se permitirán las celebraciones estrictamente litúrgicas con rito breve.
  6. Se podrán seguir las celebraciones litúrgicas diocesanas a través de algunos medios de comunicación y de nuestras redes sociales.
  7. En el Semanario Alégrate se publicarán subsidios litúrgicos y de piedad popular que ayuden nuestra vida cristiana.

En estos tiempos de aflicción y tribulación como los que ahora vivimos, no podemos permitir que el mal intente también arrancar de nuestro corazón la fe y el amor a Dios Nuestro Señor, que jamás abandona a su pueblo.

Así como hemos alabado y agradecido al Señor en tiempos de alegría y prosperidad estamos llamados a hacer nuestra profesión de fe cuando pasamos por tiempos críticos como éste. En el presente momento de tribulación no dejemos de alabar y bendecir a Dios confiando incondicionalmente en su Providencia.

Dios da siempre su gracia, por lo que nos sabemos asistidos por una fuerza que no es nuestra, sino de Dios, y que nos concederá la fortaleza, la sanación y la paz.

Me apropio de las palabras de S.S. Francisco, que deseo también contagien sus corazones de paz y esperanza: “Cuando el cielo se presenta todo nublado, es una bendición que se hable del sol. Del mismo modo, el verdadero cristiano no se lamenta o se enfada, sino que está convencido, por la fuerza de la resurrección, de que ningún mal es infinito, ninguna noche es sin fin…”

Nos ponemos en las manos de Dios, solicitando la intercesión de Santa María de Guadalupe y San Rafael Guízar Valencia, para suplicar la salud de todos los mexicanos de modo que pronto superemos esta contingencia.

+Hipólito Reyes Larios
Arzobispo de Xalapa.

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