Pienso, Luego Escribo

REBELIÓN EN LA ALDEA

Por Akiles Boy *

En una aldea de América, dominada durante mucho tiempo por una pequeña oligarquía mezquina y rapaz, por fin llegaban vientos de cambio y esperanza. El pueblo explotado y empobrecido, había dicho basta, a un sistema impuesto por un puñado de ambiciosos depredadores, que en unas cuantas décadas, habían saqueado sin piedad los recursos y las arcas públicas. Aquella fue una etapa obscura, como en la Edad Media, cuando los Señores Feudales mantenían el control político y económico de las comarcas o territorios.

Fue un periodo, uno de los más tristes de que se tenga recuerdo, en que la mayor parte del pueblo trabajó sin descanso para producir riqueza. Sin embargo sus ingresos apenas le alcanzaban para lo necesario. Mientras  en las crisis que hubo en la aldea, los menesterosos tenían que resignarse siempre al sacrificio, un grupúsculo de mercaderes y políticos de alto rango, disponían y acumulaban la riqueza, hasta el grado de que algunos se convirtieron en grandes capitalistas, cuya fama cruzaba las fronteras.

Hacía un breve lapso, que al pueblo le había llegado otra vez la oportunidad de cerrar ese capítulo negro de su historia, el cual lo había condenado al atraso ignominioso y a la situación más desesperante de pobreza y decadencia social. Una “Partida de Miserables”, así eran llamados por el vulgo, por el repudio amontonado, habían logrado llevar a la comunidad muy cerca del abismo, entre tanto, ellos disfrutaban impunemente de su fortuna ilícita. No iba a ser fácil, apartar  de la vida pública a esa asociación delictiva enquistada como un cáncer en el cuerpo. Pero el pueblo hizo valer su autoridad en la elección y otra fuerza social tomó las riendas del poder en la aldea.

Renacía la romántica esperanza de transformación. Se inició una labor intensa de limpieza y reconstrucción. Los daños sociales y económicos eran incalculables y los opositores, que no eran muchos, pero se sentían fuertes por sus recursos, influencia y poder todavía conservados, además de otras resistencias visibles e invisibles, estarían obstaculizando cada decisión, cada acción, cada estrategia de los nuevos gobernantes. En ese clima de tensión   y guerra subterránea en la aldea, en el lejano oriente brotó una epidemia, que como la peste, pronto se propagó en otros territorios.

No tardó mucho en llegar a la aldea y se encendieron los focos de alerta de la autoridad sanitaria y de la población. La confusión y el miedo aumentaron el estado de convulsión que ya se vivía, ocasionada por la violencia y  criminalidad que otras bandas de malhechores, habían venido ocasionando con la complicidad de autoridades del pasado.  Esta nueva emergencia, adquirió atención especial, por sus consecuencias en la salud y vida de los aldeanos. Sin embargo, la minúscula oligarquía desplazada y resentida, cada día aumentaba la presión, el acoso y amenazaba con hacer caer al nuevo gobierno. Sus actos de vileza y de inmoralidad no tenían límites, cegados por la ambición y la vehemencia por retornar a los días de gloria y jolgorio.

Transcurrían días difíciles. Los riesgos de transmisión del virus, que podía ser letal, como ya se había visto en otros pueblos, se iban a reducir, siempre y cuando, los de la aldea atendieran las indicaciones y recomendaciones de la autoridad encargada de la contingencia. Pasaba el tiempo de trámite de la enfermedad conforme a lo planeado. La autoridad informaba y los habitantes, en su mayoría observaban disciplina, unidad y solidaridad. Las necesidades y los daños serían muchos. Los esfuerzos y recursos no deberían faltar, más valía sumar y no restar. Entonces, en el momento más crítico, sucede lo impensable. Uno de los voceros estelares de los grupos antagónicos, aprovechando su influencia en la comunidad, hace un llamado  a la población a rebelarse contra la Autoridad Sanitaria, a no acatar sus disposiciones y medidas preventivas. Un error de cálculo o disparate que provocó la ira y aumentó el repudio de la gente. Ese hecho, con el tiempo será recordado en el pueblo, como intento fallido de rebelión, sabotaje o ultraje al orden legal de la aldea. La anterior estimados lectores, es una narración ficticia, nada que ver con la realidad. Hasta la próxima.    

Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.

Sobre el Autor

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

%d