Fractal

¡LA “ALIMENTACIÓN DE LOS CINCO MIL”!

FERNANDO F. CANCELA

Confesarle mí apreciado lector (a) que, de todos los milagros que Jesús realizó durante su ministerio, que por cierto fueron muchos y muy maravillosos como lo son, “La pesca milagrosa” y “La resurrección de Lázaro” por ejemplo, la “Alimentación de los cinco mil”, es de los milagros de Jesús, mi preferido.

Razones hay de sobra.

En tal virtud, me gustaría que siguiera conmigo la lectura de la versión del Evangelio de Juan capítulo 6 y versículos del 1 al 14.

Por otra parte, no es necesario ser un teólogo eminente para saber que es muy posible que sobre este prodigio se hayan realizado infinidad de estudios. De hecho, es tan importante dicho acontecimiento que fue escrito en los 4 evangelios de la Biblia.

Lo mismo lo escribió el Apóstol Juan, que lo describe Mateo (14:13-21); Marcos (6:30-44) y Lucas (9:10-17).

En ese sentido, para llegar a la Alimentación de los cinco mil, al final del capítulo 5 del Evangelio de Juan, Jesús para variar les habla a los fariseos quienes supuestamente eran los judíos más eruditos de las escrituras; hombres que supuestamente La Torá se lo sabían al pie de la letra.

Como usted sabe, La Torá es el texto que contiene la ley del pueblo judío que en el cristianismo es llamada Pentateuco, es decir, los cinco libros escritos por Moisés que son: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, mismos que constituyen la base y el fundamento del judaísmo.

Pero con la actitud de los fariseos, es donde uno se da cuenta de que los conocimientos no lo son todo en la vida, pues el que es cerrado, cerrado morirá.

De hecho, los fariseos se comportaban con Jesús como si fueran unos ignorantes. Antes del milagro espectacular la “Alimentación de los cinco mil”, Jesús les dice a los fariseos.

“Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras? (Juan 5.43-47)

En las sagradas escrituras, las palabras de Jesús hacia los fariseos pareciera que fueron escritas para que los cristianos actuales sepamos en realidad como estuvo su situación, porque en realidad los fariseos poco entendieron. Sin embargo, creo que Jesús les dejó un mensaje para la reflexión cuando les dice: “hay quien os acusa, Moisés en quien tenéis vuestra esperanza”.

Aquí es cuando uno entiende y no cabe la menor duda que si no se tiene el amor de Cristo en el corazón, es muy difícil entender y razonar su palabra pues “sin fe, es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6).

En fin, con relación al milagro de la “Alimentación de los cinco mil”, “Después de esto Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. Y le seguía una gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.” (Juan 6:1-2)

En ese sentido, los 4 evangelios de la Biblia hablan del acontecimiento y le pusieron como título: “La alimentación de los cinco mil”, por tanto, es completamente correcto, pues esa cantidad de gente es una gran multitud, sin embargo, me adelantaré un poco pues es importante mencionar lo que dice el texto más abajo en Juan 6:10 que hace suponer que esa cantidad de gente o sea 5 mil, es muy probable que por lo menos haya sido el doble de gente.

¿Porque afirmo que es muy probable que haya sido del doble de gente? Más adelante trataré de explicarle.

La palabra de Dios continúa diciendo. “Entonces subió Jesús a un monte y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Cuando alzó Jesús los ojos y vio que había venido a él una gran multitud, dijo a Felipe:

-¿De dónde compraremos pan para que coman estos?

Pero esto decía para probarlo, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió:

-Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomara un poco”. (Juan 6:3-7)

Me surge la duda sobre lo que narra aquí el Apóstol Juan, pues si Jesús se encontraba en un monte que desde el punto de vista estrictamente geográfico, un monte es una elevación de terreno, porque alzó los ojos para ver que habían llegado hasta ahí una gran multitud. Lo que creo es que más bien Jesús lo sabe todo; Él sabe que tiene ante sí a mucha gente que lo seguía y que cuando alzó los ojos por un momento, fue más bien para comunicarse con el Padre y saber qué es lo que tenía que hacer en ese momento.

Pero si ve mi apreciado lector lo que “supuestamente” le preocupa a Jesús no es la cantidad de  gente, sino en donde se comprará tanto pan para darles de comer, pero la verdad el Señor sabía claramente lo que tenía que hacer.

De todas maneras, la situación de comportarse con sus discípulos como si estuviera realmente preocupado fue todo un plan. Es entonces cuando pregunta a Felipe, “¿de dónde compraremos pan para que coman estos?” Sin  embargo, la palabra dice claramente que preguntó ¿de dónde?, para probar a Felipe pues Él ya sabía lo que tenía que hacer en ese momento, es decir, Jesús ya tenía la solución en sus manos.

En lo personal, a mí me gusta mucho el noble comportamiento de sus discípulos quienes humanamente se preocupaban sobre lo que tenían que hacer; un comportamiento totalmente lógico como en este caso es muy probable que hubiéramos tenido usted o yo mi apreciado lector (a).

Me da la impresión de que a veces a los discípulos se les cerraba el mundo y no sabían ni para donde jalar; y no es para menos por lo que ellos solos se obstaculizaban y anteponían una conducta completamente humana y con lo que Felipe le contestó a Jesús se comprueba, que, “Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomara un poco”.

Comentarle que estuve investigando y el Denario es una moneda romana antigua de plata acuñada aproximadamente entre 268 a. C. y 360. Su valor inicial equivalía a 10 ases, de ahí su nombre y su símbolo: “X”.

En 212 a. C., el Denario pasó a convertirse en la base del nuevo sistema monetario, sustituyendo al as como moneda de referencia al pasar del patrón cobre al patrón plata. Este nuevo sistema monetario estaba formado, además de por el denario, por el quinario, el sestercio y el as.

En tal virtud, Felipe estimó que alimentar con pan a 5 mil hombres costaría 200 denarios pero es evidente que, de acuerdo con la estimación de Felipe, un Denario alcanzaría para comprar pan para un poco más de 25 personas.

Pero sigamos adelante. La palabra de Dios dice así.

“Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:

Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?

Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones”. (Juan 6:8-10)

Es aquí en donde quiero explicarle por qué afirmaba más arriba que es muy probable que haya sido del doble de gente

Porque cuando uno lee el final del versículo 10 del capítulo 6 del Evangelio de Juan de la Biblia, se queda uno de a seis, pues la palabra dice así: “… y se recostaron como en número de cinco mil varones”.

Me llama mucho la atención sobre lo que dice la bendita palabra de Dios, pues si se recostaron en la hierba un número de 5 mil varones, es muy probable que la cifra haya sido de por lo menos 10 mil, pues el Apóstol Juan no está contando aquí a las mujeres y a los niños, incluso, fue un niño el que llevaba los 5 panes y los 2 peces que sirvieron para que Jesús realizara el milagro; luego entonces, me da la impresión de que el nombre del título con la cantidad de 5 mil, no va de acuerdo con lo que el Apóstol Juan describió en el texto, pues no se sabe a ciencia cierta cuántas mujeres y niños había entre la multitud.

Los discípulos no es que hayan hecho un conteo imaginario, lo más seguro es que ellos hayan ido aprendiendo sobre la marcha la cantidad de las multitudes que seguían a Jesús a través de la experiencia o de contarlos en grupos de 50 o de 100 personas.

Por otra parte, el hecho de que el Apóstol Juan no haya contado a las mujeres y a los niños es un detalle que a mí me parece que haya sido porque ellos también eran judíos y los judíos no le ponían mucho interés ni a las mujeres ni a los niños. La Biblia obviamente no dice nada textualmente sobre alguna discriminación hacia las mujeres o hacia los niños por parte de los discípulos, sin embargo, cuando los niños quisieron acercarse a Jesús, los discípulos no lo permitían.

La prueba es que, “Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos”. (Marcos 10:13-16).

En ese sentido, creo que aquí ocurre algo similar con Felipe que lo narra el Apóstol Juan y es el hecho de que al no interesarles del todo ni las mujeres ni los niños, pues no fueron contabilizados.

Por otra parte, se debe tomar en cuenta que muchas de las veces, es la mujer más que el varón, la que se presenta en las escrituras como una fiel seguidora de Jesús, pues la fe de la mujer es ejemplar e inigualable, no por nada a la primera persona que se le apareció Jesús después de su muerte y resurrección, fue a una mujer, en este caso a María Magdalena. “…volvió la cara y vio allí a Jesús…” (Juan 20:14).

La palabra de Dios finaliza diciendo.

“Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.

Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.

Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.

Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. (Juan 6:11-14)

Quisiera repasar algunos detalles.

El primero es que Dios usa todo por poco que sea; Jesús usó los 5 panes de cebada y los 2 peces para realizar algo muy grande; esto me hace reflexionar seriamente en que a veces nos detenemos pensando en que dar a la gente que realmente lo necesita; y me pregunto, ¿por qué lo pensamos tanto? ¿Porque no somos desprendidos como lo hizo este jovencito que no le importó quedarse sin nada para darlo a los demás? Lo que el niño llevaba para él, quizás no era mucho pero era lo que había llevado para almorzar y decidió darlo a los demás es por eso que Jesús hizo el milagro de la multiplicación para enseñarnos que con lo poco que nosotros demos a los demás, Él hará mucho en nuestras vidas y multiplicará lo que tengamos hasta que sobreabunde.

Por otra parte, Jesús, no porque sea el hijo de Dios no hace nada, Jesús vino a este mundo no para utilizar a los demás sino para servir a los demás; en ese momento se puede percibir que se realizó una cadena de ayuda donde Él mismo y sus discípulos después de partir los pedazos de pan, los estuvo repartiendo; lo mismo hizo con los peces.

En ese sentido, la gente comió cuanto quería, hasta estar bien satisfechos, bien saciados; que si esto hubiese ocurrido en Arabia, los árabes hubieran eructado como era su costumbre no una vez, sino quien sabe cuántas veces.

Pero vea usted lo que dice la hermosa palabra.

“Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.

Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido”.

Es decir, me imagino que con esas 12 cestas que los discípulos recogieron, es probable que hubieran podido comer por lo menos unas 100 personas más por lo menos.

Luego entonces, en la Alimentación de los cinco mil, se pueden percibir tres milagros en uno; el primero es el de la multiplicación de los panes y los peces que dio como resultado que la gente comió hasta saciarse, siendo para mí, el segundo milagro; así mismo el tercero, es cuando al recoger los pedazos de pan los discípulos pudieron llenar 12 cestas.

Es por eso que, “Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo”.

La palabra de Dios nos enseña que Jesús desborda de su gracia para darle de comer a toda la gente, pero debo decir que no a cualquier gente, sino a la gente que lo siga por el camino. Es importante darse cuenta que cuando uno sigue a Jesús, Él no nos dará nada a medias pues nuestro Señor Jesús cuando da, siempre lo da en abundancia; hasta que sobreabunde.

Cuídese mucho y que Dios lo bendiga siempre.

Correo Electrónico: dere.cancela@gmail.com

Facebook: Fernando Fabricio Cancela Márquez.

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