EL VIRUS DEL RACISMO
“A los Padres Presentes y Ausentes”
Por Akiles Boy *
A estas alturas, empiezan a languidecer las protestas y manifestaciones en contra del racismo y la discriminación, enfermedades inseparables de la humanidad. Se reconocen en la historia y por sucesos tan extraordinarios como atroces, es suficiente uno, el nazismo Hitleriano en el siglo pasado. Pero el fenómeno se replica y revive en muchos rincones del mundo. En México, ya cerca del primer cuarto del XXI, todavía se mantienen vivas y activas las prácticas del racismo y discriminación ancestrales, y no hemos podido o no hemos querido combatirlas y erradicarlas. Los modelos y proyectos institucionales y no gubernamentales de incorporación o integración de los pueblos originarios al desarrollo nacional, han fracasado y aumentado el desastre en lo que queda de las culturas autóctonas.
Los mexicanos hemos transitado la anterior centuria y las últimas décadas, guardando silencio y siendo cómplices del despojo, de la explotación, de la marginación y la discriminación de los indígenas de nuestro territorio, que gracias a su genética y resiliencia permanecen en sitios, que son una especie de reservaciones simuladas, y cuyo futuro podría ser la fatal extinción. En poco tiempo esos refugios o zonas de concentración, si no pueden ser conservadas, podrían terminar afectadas por el crecimiento de los centros de población. Ahora parece más evidente, que el virus del racismo y del clasismo, tiene un origen con profundas raíces en la historia y la cultura de este País. Pero también, que no hemos creado o inventado alguna vacuna para inmunizarnos contra esa pandemia que también aniquila.
Hoy tuve el arrojo de abordar ese tema, que hace algunos días, dio otra sacudida a la sensibilidad social, tan susceptible por las afectaciones del Coronavirus. El hecho provocador de la expresión mundial antirracista, fue la muerte del afroamericano George Floyd, víctima del abuso policial en la ciudad de Mineápolis, Minesota en los Estados Unidos. De inmediato, como reacción en cadena, se levantaron voces en el planeta, para alertar sobre ese nuevo brote del racismo, que mostró su feroz cara con ese asesinato, convertido en un espectáculo mediático, como un misil dirigido a demoler las intenciones reeleccionistas del repudiado inquilino de la Casa Blanca.
Por otro lado, alego a mi favor, que por motivos de salud, nos alejamos temporalmente del teclado de la computadora, un ánimo disminuido no ayuda a la inspiración y menos a atar ideas con secuencia y congruencia. Son tiempos de extremar cuidados y precauciones estimados lectores. Otros temas quedaron pendientes en el tintero.
En vísperas de la celebración del Día del Padre, el resto del espacio es para agradecer y reconocer el enorme esfuerzo y amor que aportan los Papás en nuestra formación y educación. La paternidad es una bendición y una oportunidad de crecer y ayudar a crecer a otros. Suena a estribillo, pero no hay escuela para ese oficio. Los hijos suelen ser los mejores maestros para aprender a ser Padre. Cuando somos jóvenes, muchos nos convertimos en jueces implacables de nuestros Padres. A la mitad del camino y con la experiencia y madurez, los entendemos y conciliamos con ellos, estrechando los lazos de unión. Y al final, la recomendación es no ser tan exigentes en la autoevaluación, no todo fue un desastre, algo tuvimos que hacer bien, para haber merecido el privilegio de ser Padres. Hasta la próxima. Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A