De Fachadas Floridas

Nora Guerrero

Figura paterna

Mi Padre fue un hombre enérgico y amoroso; exigente pero nunca más allá de lo que sabía que cada hijo podía rendir; el más amable, respetuoso, atento y amoroso hombre con su esposa, que he conocido a la fecha. El mejor bailador -para mi madre, lo cual avalo-; entregado hasta el mayor esfuerzo a la responsabilidad de dar herramientas para la vida, a sus hijos. Un hombre sin vicios que cuando nació ya era huérfano de padre, y que al cuidado de sus abuelos maternos y tíos tuvo el amor, la confianza y la guía para ser un hombre honesto, productivo y de bien. Del abuelo materno, maestro y director de escuela primaria, recibió mucho amor, pero también mucha exigencia. Quería que fuera “Un hombre de bien”. Sólo que el abuelo murió y lo dejó nuevamente huérfano.

                  Entonces, su viuda madre, reclamó los derechos de hijo de militar para que recibiera la mejor y más estricta educación en Colegios militarizados, en la capital del país. Después de la prevocacional, ella continuó la tarea de proporcionarle estudios hasta que tuviera herramientas sólidas que le permitieran “abrirse en paso en la vida, de manera digna”. ¡Y lo logró!

                  Don Vicente Guerrero Javier, trabajó y se jubiló del Banco de México, a donde ingresó tras examen de oposición y durante su vida activa obtuvo reconocimientos por sus capacidades y desempeño. Sí, lo confieso: ¡Estoy muy orgullosa de mi Padre!

                  A las pocas semanas de su fallecimiento, el Banco de México nos citó a los hijos, para decirnos cuán importante había sido el aporte de mi padre a la institución, desde la construcción de sus cimientos. Y sí, el imponente edificio, al pie del malecón, que ahora es Torre PEMEX, aún sigue siendo el símbolo más distintivo del Puerto de Veracruz…

                  Y mire usted, estimados lector-lectora, cuán fundamental es la figura paterna en la vida de sus hijos que mi padre, al haber carecido del suyo, siempre decía, y aún jubilado, que el Banco de México era su Padre. Cuando pasábamos cerca del edificio, lo saludaba llevándose la mano a la frente, en saludo militar, y decía: ¡Mi Padre hija, ese es mi Padre!…

Por ello, a todos los Padres y a él, les dedico esta Poesía de Manuel Gutiérrez Nájera:

Padre

En las recias luchas de la vida,

cuando mi pobre voluntad flaquea,

¿quién, si no tú me alienta en la caída?

¿quién, sino tú me ayuda en la pelea?

Todo es mentira y falsedad y dolo,

todo en la sombra por la espalda hiere;

Sólo tu amor ¡oh padre! tu amor sólo

no tiene engaño, ni doblez, ni muere.

En mi conciencia tu palabra escucho,

conmigo siempre por doquier caminas;

gozas si gozo y cuando sufro mucho,

sin que yo te lo diga lo adivinas.

¡Ay! ¿Qué fuera de mí sin tu consuelo?

En este mundo mi ventura ¡oh padre!

consiste sólo en aspirar al cielo,

tu dulce amor y el de mi santa madre.

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