DIAS DIFICILES
“Ya éramos muchos y parió la abuela”, sería la expresión más adecuada para reflejar el contexto sociológico, político y económico por el que atraviesa la humanidad en este cierre de la primera década del siglo XXI. En nuestro país, a la crisis económica y de inseguridad ahora habrá que agregar el brote de influenza humana que azota a la salud y pone en un brete a la población mexicana que se debate en un ambiente de incertidumbre entenebrecido por una psicosis generalizada.
Por lo pronto, habrá que reconocer la seriedad con la que las autoridades federales han enfrentado este fenómeno de inminente pandemia. El escuchar las voces autorizadas del Secretario de Salud y de eminentes epidemiólogos en el proceso que se está siguiendo para descubrir la cura precisa de ese mal, alienta confianza en su dicho y entre zozobras no queda sino esperar a que los científicos hagan su trabajo. Las autoridades políticas hacen también su parte ordenando las medidas necesarias para evitar una mayor propagación del mal y, por supuesto, lo que mucho se agradece, hablando solo lo necesario para no confundir a una población angustiada y asustada.
Partiendo de la tesis de que es necesario conocer el origen del brote por cuanto al diagnóstico y a estrategias, el momento que vivimos requiere mesura de las autoridades de los ramos de la salud, federales y estatales. A la población no le interesa buscar culpables cuando lo que está en riesgo es la salud colectiva. Tampoco está atenta en conocer qué autoridad política participa en mayor o en menor medida, sino que espera ansiosa a que quienes de esto saben anuncien que, por fin, han encontrado el remedio a la enfermedad.
Lo cierto es que, en medio de la esa sí endémica desconfianza que la ciudadanía le tiene al dicho de los políticos, habrá que abrir una ventana de esperanza de que se comporten a la altura de las circunstancias. No sin razón, porque debido a las suspicacias corren versiones varias, algunas con carácter muy tendencioso, acerca del origen de este mal. Hay quienes lo ubican en China y otros que señalan a la comunidad de La Gloria del municipio de Perote como el lugar de donde partió el virus.
Quizás por algunos antecedentes en personas que padecieron síntomas semejantes a los que provoca la influenza porcina y a reportajes publicados con anterioridad al brote se ha llegado a pensar que en Perote, concretamente en la congregación La gloria está el origen. El Periódico Milenio editado en esta ciudad capital reveló en sendos reportajes publicados el 2 y el 13 de abril lo que ocurría en la citada Congregación: “Pese a que autoridades de salud han intentado mantener oculto el hecho, cientos de pobladores de la comunidad de La Gloria, municipio de Perote, padecen los estragos de una extraña enfermedad que ya ocasionó la muerte de dos niños y la hospitalización en estado grave de otros más. Si bien se habla de que la epidemia está controlada, apenas este miércoles las autoridades de salud canalizaron una tonelada de cal a la comunidad de La Gloria, de escasos tres mil habitantes, para rociarlo como desinfectante, con la idea de evitar nuevos brotes (….) Los más afectados de esta enfermedad, al parecer bronconeumonía -según el diagnóstico preeliminar de las autoridades- son niños y ancianos….De acuerdo con Orlando Uscanga Muñoz, jefe de la Jurisdicción Sanitaria número 5 de la Secretaría de Salud, a la fecha se tienen contabilizados dos muertes de infantes, una en febrero y otra en marzo, relacionada con la enfermedad”, dice la nota periodística del reportaje del 2 de abril.
En otro reportaje publicado el 13 de abril, Milenio volvió a La Gloria “que en los últimos días acaparó los reflectores de medios estatales y nacionales por ser epicentro de una misteriosa epidemia –gripe, neumonía, bronconeumonía, ninguna autoridad lo ha confirmado con certeza que cobró la vida de dos niños y la enfermedad de cientos de pobladores más.-Hecho que como otros que han ocurrido desde hace años tiene como telón de fondo la operación indiscriminada de “Granjas Carroll” a la que se le responsabiliza “de ser un foco de infección y contaminación del aire y del agua, tema del que hasta el momento la autoridad guarda-silencio (…) todo lo cual ha sido negado por las autoridades de salud, incluido el propio secretario de Salud, Manuel Lila de Arce”.
Aclarado que no nos llegó de China “con escala en el Distrito Federal y el Estado de México”, y aparentemente tampoco de La Gloria, lo deseable es que debiera prevalecer la discreción, la seriedad y la prudencia necesarias para enfrentar la virtual pandemia. Por lo pronto, la OMS ha elevado a 5 la fase de alerta mundial y se suspendieron las labores de la burocracia. Son medidas necesarias para evitar que la propagación del mal sea mayor.
En estas circunstancias la autoridad debe evitar perder credibilidad y mantener la capacidad de comunicación con la sociedad a la que conviene transmitir con veracidad toda la información que se requiere. En la emergencia ahora nos percatamos de que dependemos de laboratorios internacionales que nos confirmen información científica. Aunque en Veracruz, como ya lo ha señalado el gobernador, tenemos un laboratorio de primer orden, lo inauguró en 2002 el entonces gobernador Miguel Alemán en el marco de la modernización en la infraestructura de salud veracruzana. Qué mejor que ahora sirva a los veracruzanos para coadyuvar en este ciclo de emergencias que nos hace recordar con crudeza la triste y fatal levedad del ser.