MÉXICO ESTÁ DE LUTO, ¡ENCENDAMOS UNA LUZ!
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
El 15 de septiembre la Iglesia Católica celebra a NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES. Esta memoria litúrgica hace referencia, en primer lugar, al misterio del Dolor de la Virgen María Junto a la Cruz. Se trata del dolor de una madre que presencia con impotencia el desprecio y la muerte de su hijo.
Un dolor parecido también lo viven muchas madres cuando saben que sus
hijos son amenazados o viven el horror porque están desaparecidos. Un dolor parecido al de la Virgen María lo viven las familias que son víctimas de la violencia ante el desprecio de la vida.
La Virgen María, vio sufrir y morir a su hijo Jesús estando a los pies de la cruz como nos dice el cuarto evangelio (Jn 19, 17-30), además recibe el cadáver entre sus brazos después de haber sido bajado de la cruz (Mc 15, 42-46) y por último, lo sepulta (Jn 19, 38-42).
En estos últimos meses, la experiencia de la cruz se ha acentuado en muchos hogares mexicanos. También muchas familias han visto enfermarse a alguno de sus miembros, lo han llevado a un hospital y en muchos casos sólo han recibido las cenizas. Esta experiencia difícil también la están viviendo en muchos hogares.
Otro aspecto de esta memoria litúrgica de la DOLOROSA, se refiere a los
diferentes momentos que causaron también mucho dolor a la Virgen María,
tales como la profecía de Simeón “y a ti una espada te atravesará el alma”, la huida a Egipto para salvar al niño Jesús de la orden criminal del rey Herodes (Mt 2, 13-15), la pérdida del niño Jesús (Lc 2, 41-50) y el encuentro con su hijo cargando la cruz camino al calvario (Lc 23, 27), entre otros.
El 15 de septiembre recordamos también el grito de Dolores con el que dio
inicio la guerra de independencia. Se evoca el llamado que el cura Miguel
Hidalgo y Costilla acompañado de otros insurgentes hizo a sus feligreses la
madrugada del 16 de septiembre de 1810.
El grito de dolores en este tiempo de la crisis sanitaria, tiene en nuestro país
una especial connotación. Lejos de ser una celebración familiar o de la
comunidad como estábamos acostumbrados, es ahora un grito de luto y de
dolor por las numerosas víctimas de la Violencia y del mal manejo de la
pandemia. Más de 72 mil muertos por causa del COVID-19 son una verdadera tragedia. La estrategia de salud pública no ha funcionado; el recorte presupuestal en materia de salud ha cobrado muchas víctimas.
El País por lo tanto está de luto, las familias lloran a sus hijos, muchos hogares están heridos porque la muerte se ha llevado a alguno de sus seres queridos; la gente vive con mucho miedo; su rostro está marcado por el dolor y el sufrimiento; el país no se ha pacificado ni se ha domado la pandemia.
¿Cómo podríamos hacer una celebración festiva habiendo tantas familias
lastimadas y deshechas? Seriamos realmente cínicos e insensibles, si en este
contexto promoviéramos los festejos. No puede escucharse un “Viva México” con tantos muertos e historias de luto.
Todos los sectores están resintiendo la crisis sanitaria, económica y social que aumenta todos los días y va generando muchas víctimas. Todo esto nos causa mucho dolor, indignación y tristeza.
Como Iglesia queremos expresar nuestra solidaridad y cercanía con todas las víctimas de la violencia y del COVID-19; a través de la caridad y de la
generosidad de nuestros fieles seguiremos estando cerca de quienes han
perdido su empleo o de quienes no pueden llevar lo necesario a sus hogares.
Este 15 de septiembre, invitamos a nuestros feligreses a encender una luz en sus hogares o en las plazas públicas por las víctimas de la violencia y del
COVID-19 para solidarizarnos con sus familiares; son víctimas de esta noche
obscura que estamos viviendo en nuestro país. Hacemos votos para que se
corrija el camino y pronto se encuentre respuesta a estos “dolores” de nuestro pueblo. ¡Que México tenga una vida digna!