Pienso, Luego Escribo

UNA DURA LECCIÓN

Por Akiles Boy *

Otra vez en estado de alerta máxima, los humanos nuevamente contra la pared, por el virus que llegó para quedarse una buena temporada entre nosotros. Mientras el proceso de vacunación será lento y complicado, esto  lo reconocen y se declara en naciones del Primer Mundo. Los ingleses víctimas de la mutación del virus, enfrentan la el recrudecimiento de la pandemia y les cierran las puertas temporalmente en algunos Países del mismo Continente Europeo. Si eso ocurre en sociedades de avanzada y con robustos sistemas de salud, que se han visto rebasados o al borde del colapso a causa del Covid-19, es impensable un pronóstico acertado de lo que pasará en las regiones pobres y subdesarrolladas.

Y mientras se acerca la navidad y el final del año, también se arrecian los llamados a la población a mantener las medidas preventivas y permanecer en los hogares. En México, es evidente que la estrategia de regular la movilidad social con un semáforo, a pesar de su buena intención, no fue acatada cabalmente, hubo excesivo relajamiento en grupos y personas, que interpretaron a su manera o convenientemente las reglas mínimas de la nueva normalidad. La salida a tropel de mucha gente, justificada como un acto por necesidad, derivó en la mayoría de los casos en un acto de irresponsabilidad.

Dice el refrán español “En el pecado se lleva la penitencia” para referirse a las consecuencias que trae una mala acción o una decisión equivocada. Ese coctel peligroso y mortal de imperfecciones que se califican de humanas, como la ignorancia, la necedad, la imprudencia, la irresponsabilidad, rematada con el clásico y muy mexicano  “Me vale madre”, nos llevó otra vez al endurecimiento de las normas de sanidad, previstas en los picos o etapas más críticas de la pandemia. Ahora resulta que nadie es culpable y son los Gobiernos los causantes del desastre por sus erráticas estrategias.

Hasta hoy las estadísticas de mortalidad por el coronavirus son escalofriantes y nos presentan un cuadro no menos que aterrador. De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud de México, se reportan más de un 1, 700,000 fallecidos en el mundo, y en el País ya se rebaso la cifra de 118,000 defunciones. En estos días que restan del año, aunque nos ocasione irritación y sufrimiento, es mejor asumir las restricciones y alistarnos para vivir una navidad especial con los seres queridos, que nos acompañan en casa y disfrutar del contacto virtual con nuestros familiares y amigos, con los que no estaremos juntos pero si unidos. Aprovechemos la magia de la tecnología que tenemos a nuestro alcance.

Sin entrar al pantanoso terreno de las profecías o vaticinios de catástrofes, se puede decir que fue un año de dura prueba para los pueblos de la Tierra, que como alguna vez me dirían, no preguntes ¿por qué?, piensa ¿para qué?.   Esta lección ya tenía registro en nuestro libro de vida y solo nos queda aplicarnos para aprenderla  y obtener  como resultado al final del ciclo, el premio de seguir vivos y sanos. Actuemos con moderación, con prudencia, con responsabilidad. Leí en un mensaje de texto una frase lapidaria, “Es mejor encerrado que enterrado” Hasta la próxima.    

Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.

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