Ego, orgullo, soberbia, arrogancia, los principales enemigos de uno mismo

Por Roberto López Barradas

El principal enemigo de uno mismo, es el ego (valoración excesiva de uno mismo), es el mayor obstáculo para el crecimiento personal, al igual que el orgullo, la soberbia, la arrogancia, todas estas creencias sobrevaloradas que tenemos de nosotros mismos, son el principio de males de la pérdida de la razón, de la auto-justificación, es decir, tener una posición de no aceptar que se tienen errores, equivocaciones.

El orgullo, desde un punto de vista religioso, es el principio de todo pecado, es el padre de la rebelión, es creer que se es autosuficiente, que no es necesaria la intervención divina de un ser supremo que tiene control sobre nuestra vida o peor aún, creer que se puede ser igual a un Dios.

Las personas constantemente caemos en esta condición de arrogancia, soberbia, altanería,  creemos que nada malo puede pasar en nuestra vida, ya que nuestra forma de pensar, de actuar, que tomar decisiones, son perfectas, irrefutables, incuestionables, hasta que algo pasa y todo se derrumba en un instante.

Es probable que podamos vivir en ésta situación por un tiempo, creyendo que son nuestros méritos, nuestras fuerzas, las que nos permiten alcanzar el éxito, las que nos dan estabilidad emocional, económica, laboral, inclusive en el tema de la salud, sin considerar que en algún punto, nuestra vida se puede volver frágil hasta quebrantarla, o como coloquialmente se dice, hasta morder el polvo. Pero déjeme decirle, que a veces es necesario tocar fondo, para poder reconocer nuestra condición de vulnerabilidad, para voltear al cielo y pedir el pronto auxilio de lo alto.

Es en esos momentos, donde revisamos como se encuentra nuestra fe, que hay en nuestro corazón, a que podemos aferrarnos para no claudicar; recuerdo una reflexión que escuche en una conferencia hace algunos años, que una manera de ejemplificar esta situación, es igual a estar cayendo por un precipicio y lograr agarrase de una rama, entonces lo primero que uno hace es revisar y asegurarnos de que tan afianzada, sujeta o firme esta esa rama de la montaña, de esa misma forma Dios quiere que nosotros nos tomemos de Él.

Si usted está viviendo con orgullo, egoísmo, altivez, soberbia, lo invito a que se despoje de estos pensamientos, que reconozca su necesidad de Dios en su vida, para caminar de la mano con Él y entregarle el control de todas las cosas, por fe. Jesús fue un ejemplo de la humildad, porque aun siendo el hijo de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, incluso nos invita ser como Él en una promesa hermosa que se encuentra en el libro del evangelio según Mateo, capítulo 11 versículo 29: “…aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.”

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