Pienso, Luego Escribo

TODOS QUIEREN DOMINAR EL MUNDO

Por Akiles Boy*

No se pueden separar la expresión de Aristóteles  el “hombre es un Zoon Politikón”, “el hombre es por naturaleza un animal social”, de la idea de la lucha por el poder o la estrecha relación entre el poder político y el poder económico, y la línea muy delgada que los divide. Pero ya en otras ocasiones nos hemos referido a la lucha por el poder, sin profundizar en sesudas investigaciones históricas o psicosociales. Con lenguaje coloquial,  comentamos de los conflictos derivados de la lucha de poderes por diferentes causas, fines y en distintos campos.

Sin ser una perspectiva excepcional o fuera del alcance de cualquier análisis común, la lucha por el poder no tiene una dimensión espacial exclusiva, se desata desde el mismo hogar y se extiende hasta las esferas dominadas por el ánimo imperialista, supremacista o donde la ambición económica no tiene fronteras. Las guerras fratricidas de la humanidad, que han dejado muerte, dolor y resentimiento, tuvieron esa motivación.

En la competencia por los mercados, en los conflictos religiosos, en los enfrentamientos ideológicos, en la misma arena política para obtener posiciones de gobierno, la lucha es abierta, frontal o encubierta y subterránea, y pudiera decirse sin tregua y con la mejor artillería, aunque se hagan pactos de civilidad o acuerdos de no agresión. En la oscuridad se trabaja sin descanso para minar y aniquilar al rival en turno a al que se tenga enfrente. ¿Es la vocación humana de beligerancia o la incontrolable y desmedida ambición de las personas o grupos?

Ad hoc al tema, y como eterno amante de la música, cualquiera que me relaje y me lleve a mundos alejados de ambientes tóxicos, escuche ayer la canción “Everybody wants to rule the world”, en español “Todos quieren gobernar el Mundo” del Dúo Británico  ”Tears For Fears”, que apareció en la escena musical en 1978, pero  a partir de 1981 adoptó ese nombre y comenzaría una carrera de éxitos en Europa y Estados Unidos. Esa melodía los catapultó a los primeros lugares de popularidad en los inicios de la década de los ochentas.

Transcribo una pequeña estrofa de la canción traducida al español: “Ésto es mi propio diseño, ésto es mi propio remordimiento, ayúdame a decidir, ayúdame a aprovechar al máximo la libertad y el placer. Nada dura para siempre, todos quieren gobernar el mundo”.

La reflexión llega, como el oxígeno al cerebro, el poder es natural en los humanos, también puede ser adictivo y envilecer a quien lo ejerce sin control y sin límites. Cualquiera aspira, ambiciona, sueña con ostentar el poder, pero no todos nacen con esa capacidad o tienen esa virtud, por esa razón, la jerarquización social desde los pueblos de la antigüedad. En las democracias actuales, aún las más “débiles o precarias” como la nuestra,  se conserva ese espíritu que las mantiene vivas, la oportunidad o posibilidad de que la ciudadanía, decida y elija en una jornada electoral,  a sus mejores representantes para hacerlos mandatarios, es decir, quienes ejerzan el poder conferido por el pueblo.

Porque ese es el significado de democracia, “el poder del pueblo”, y la ciudadanía tiene la libertad y el derecho constitucional del sufragio. Otorgar la confianza y su voto razonado, sin coacción o presión alguna, a los mejores aspirantes o postulantes a los cargos de elección popular, a quienes conducirán los gobiernos más cercanos o tengan la responsabilidad, desde las cámaras legislativas, de entregar al pueblo las leyes que regulen, con mayor eficacia, la convivencia con equidad y justicia social. Cierto, no todos podemos gobernar, pero si tenemos el poder de elegir libremente a quienes serán los gobernantes. Hasta la próxima.

Abril 3 de 2021

*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.

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