EL MATRIMONIO CRISTIANO
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
El evangelio de Jn 2, 1-12 habla de las bodas de Caná donde Jesús por
intercesión de María realiza su primer milagro. Jesús, la virgen María y sus
apóstoles fueron invitados a una boda. Durante la celebración se acaba el vino y la madre de Jesús intercede por aquellos esposos. El evangelista San Juan subraya que el Hijo de Dios realizó su primer milagro en un ambiente nupcial. La narrativa destaca la idea de la abundancia y de la excelencia de aquel vino nuevo.
El Ambiente nupcial. Resulta muy importante para el cuarto evangelista que la primera señal milagrosa de Jesús haya sido realizada en un ambiente nupcial. Con la presencia de Jesús en aquellas bodas y su primer milagro en Caná, se hace referencia a la unión de amor entre Cristo y la humanidad.
La imagen del matrimonio es usada en la Sagrada Escritura para expresar la relación que existe entre Dios y su pueblo. Dios viene presentado como el
esposo y el pueblo como la esposa. La relación que existe entre ambos es
como la relación que se genera entre los esposos. Cristo lleva a cabo en forma perfecta esta unión anunciada entre los profetas. El amor de Dios por la humanidad se expresa plenamente en las acciones que Jesús hace por
nosotros.
La abundancia y la excelencia. La abundancia del Vino se destaca porque
gracias a aquel milagro, los comensales disponen ahora de “6 tinajas de vino de 100 litros cada una” (Jn 2, 6), es decir 600 litros de vino nuevo. Recordemos que en la Biblia, el vino es señal de la alegría y de felicidad, en las bodas, el vino simbolizaba el amor de los esposos. La idea de la excelencia aparece mencionada en el comentario del encargado de la fiesta: “Has guardado el vino mejor hasta ahora” (Jn 2,10).
Con este relato, San Juan anuncia un mensaje de salvación: La abundancia y la excelencia de la vida llega con el Hijo de Dios. No hay que tener miedo de abrirle la vida. Él mismo dice “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Jesús inaugura con sus hechos y con sus palabras la plenitud de la salvación.
Los esposos al momento de descubrir a su alma gemela y decidir hacer con él o ella un proyecto de vida, empiezan a poner las bases de la familia. La familia, que en la sociedad desempeña un rol muy importante porque es escuela de vida e iglesia doméstica, comienza entonces con el matrimonio.
El matrimonio cristiano. Los esposos que además son creyentes, reconocen
que su familia para que reciba otros beneficios espirituales necesita la
bendición de Dios. La Biblia nos enseña que Dios creó al hombre y a la mujer para que formaran una comunión plena de vida y constituyeran una familia. “Dios Creó al hombre y a la mujer, los bendijo y les dijo sean fecundos y multiplíquense” (Gn 1, 28). “Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer” (Gn 2, 24). Con estos elementos bíblicos se alude a la vocación de la familia cristiana que empieza con el sacramento del matrimonio.
Gracias al sacramento matrimonial, hombre y mujer empiezan a formar una familia que por la bendición de Dios se proyectan en el mundo como una pareja santificada. La gracia recibida en el matrimonio ayuda a los esposos a vivir su vocación de amor. Por el hecho de que el matrimonio representa un compromiso estable, la familia entonces se convierte en el lugar natural e idóneo para acoger la vida.
Dios creador concedió la misión de la procreación a los esposos, hombre y
mujer: “crezcan y multiplíquense”. De esta manera, sólo un matrimonio que es la unión entre un hombre y una mujer, puede llevar a cabo esta noble tarea de transmitir la vida, acogerla y protegerla desde el momento de la concepción hasta su desenlace final.
En el matrimonio cristiano, el hombre y la mujer se esposan para crecer juntos, para caminar en la misma dirección y progresar unidos en la senda de la perfección humana y de la santidad cristiana. Para los hijos, la familia, es la primera escuela de la vida; el lugar de su educación fundamental, civil y religiosa.
En la familia aprendemos a ser buenos ciudadanos y buenos cristianos. Por
eso es que la familia cristiana además de ser una escuela de vida, es también la Iglesia doméstica. De esta manera, considerando estos elementos resulta muy significativo que Jesús quisiera hacerse presente en una celebración nupcial y realizar ahí su primer milagro.