LA REVOLUCIÓN DE NUESTRO TIEMPO
Por Akiles Boy*
El otoño llegó tan rápido como se fueron los primeros nueve meses del 2022, un año con nuevos sabores y sinsabores. Cada ciclo de tiempo y de vida es diferente. El mundo y nuestro minúsculo espacio cambian y se mueve con la velocidad de las manecillas del reloj. Nada es para siempre, todo pasa, y “no hay mal que dure cien años, ni tonto que lo soporte”.
En un mundo incierto, lo más cierto es el presente, el ahora, ni siquiera el hoy. La verdad, no se antoja mucho poner las manos en el teclado del ordenador. Por otra parte, la visita de mi madre una breve temporada colmó el inquieto espíritu y animó mi vida en estos lluviosos días. Del cielo me llegó otra oportunidad de contar y recontar historias que nos unen, en otro intercambio que trae nuevos aprendizajes, “El que no oye consejos, no llega a viejo”
En constantes platicas sin olor a confrontación, común entre generaciones distanciadas por el tiempo y los cambios naturales de la humanidad, pasaron como el viento tres semanas irrepetibles que valoro y guardaré como un bello pasaje en mi reseteada memoria. Nos queda agradecer a Dios y al universo haber conspirado para hacer posible este encuentro o convergencia que alienta, inspira y proporciona una carga de energía. Nunca dejaremos de aprender y admirar a nuestros viejos, no solo por su longevidad sino también por su resiliencia y sabiduría.
Mientras eso ocurría en el pequeño entorno que celosamente se protege, porque llegamos a los tiempos en los que la experiencia y las vivencias, además del kilometraje marcado por lo recorrido, te hace ser más asertivo, más selectivo, más cuidadoso de tu espacio, de tu tiempo, de tu salud física y mental. Afuera, en la selva urbana, continua la intolerancia, la violencia, la histórica lucha por el poder y lo que mueve ahora al mundo, el dinero.
Al enfocarnos en la guerra mediática desatada en este País, exacerbada por las redes sociales, gracias a la avasallante y agobiante revolución digital, nos extraviamos y perdemos contacto con la misma realidad, lo que sucede en el exterior y su impacto en nuestro contexto. Damos por ciertas verdades a medias o falsas versiones que desean imponer fuerzas con intereses políticos y económicos. Nada ni nadie tiene posibilidad de escapar de estas inercias que nos arrastran o sutilmente nos llevan a destinos inesperados, inseguros, riesgosos.
Esa podría ser una conclusión, que explica el fracaso de las campañas contra la pobreza, contra la desigualdad social, contra las guerras y ambiciones imperialistas, y otras más que son materia de discursos oficiales de organismos nacionales e internacionales, que nos hacen ilusionar con un mundo mejor, pero quedan en buenas intenciones. Aquella reiterada frase de “cambiar, para que todo siga igual”, nueva pauta del cuestionamiento opositor al actual gobierno mexicano.
Desalentador el escenario para un País que seguirá estancado, sin la unidad de su pueblo, dividido hasta la necedad por antiguos intereses económicos y una encarnizada lucha por el poder, entre facciones que diariamente buscan lugares, foros, espacios y medios para descalificar, agredir, burlarse y engañar a las audiencias, con anuncios, versiones inventadas, editadas con propósitos de confundir, desinformar y al final de cuentas crear un cuadro aterrador del presente y el futuro, como obra burda de un guionista de ficción . El mundo digital al servicio de la poderosa elite que decide nuestro destino. Ellos lo crearon, ellos lo impulsaron y ellos lo operan para su beneficio. Los demás somos espectadores, consumidores y últimos beneficiarios. Hasta la próxima. Una disculpa por la ausencia justificada.
*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.