LA REVOLUCIÓN. OTRA VISIÓN
Por Akiles Boy*
Sin ninguna aspiración a ser historiador, desde la primaria me atrajo la historia, sin importar que en esa época se reducía a un ejercicio de la memoria. La estricta profesora Chelo, de cuarto grado, la imponía como primera actividad de la jornada escolar, una plana de la efeméride del día. Así descubrí el gusto por la historia y sus personajes. Pocos años después, caí en la cuenta de que había una “Historia Oficial o Institucional”, la de los textos, la sagrada e incuestionable, la que los educadores de antaño enseñaban en las aulas. Pero, había otra diferente, la que escribían aquellos acuciosos investigadores independientes, críticos o alérgicos al sistema.
Ante el inminente aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, la primera del mundo en el siglo XX, recordé los festejos por la celebración en los pueblos, eran los tiempos de los desfiles deportivos, cuando los profesores e instructores de educación física, con antelación planeaban las tablas o conjuntos de evoluciones en las que participábamos todos, con instrumentos o accesorios como banderas, pelotas multicolores, etc., individualmente o en grupo, haciendo piruetas o pirámides humanas, en medio de las calles y avenidas donde pasaban los contingentes de las escuelas. En días previos, se hacían la demostración de los ejercicios y ensayos obligatorios.
Era una celebración para prodigar la imagen de los grandes héroes del movimiento revolucionario, que pondría fin a la Dictadura del General Porfirio Díaz. En ese recuento de personajes protagónicos, sobresalían Francisco I Madero, Emiliano Zapata y Francisco Villa, cada uno con la narrativa sobre sus épicas batallas y los ideales que aportaron a la movilización social. Aquella guerra interna con el sacrificio de muchas vidas, mostraría la dramática realidad del País, principalmente en la provincia y campo mexicanos, en los cuales permeaban ignorancia, pobreza y atraso descomunales.
Como todo en la vida, es cuestión de perspectiva, se puede estar al lado de los historiadores que escribieron esa versión oficial, impuesta por el sistema educativo, por medio de la escuela y los docentes que la replicaban y evaluaban el aprendizaje de memoria, evitando la reflexión y la crítica de los aspectos fundamentales de aquel acontecimiento transformador de la situación social, política y económica del País. Esa certeza la tenemos, porque hay coincidencia en la convulsión que vivió México en esos años, a partir de 1910, y hasta su pacificación, al concluir la sucesión de emboscadas y traiciones entre los líderes revolucionarios.
Esa variedad de visiones y versiones de la historia de la revolución, ha generado información necesaria para conocer a cada prócer y villano en una más precisa y justa dimensión. De tal manera que siempre habrá apologistas y detractores de Díaz. Madero, Zapata, Villa, Carranza, Obregón, hasta llegar a Elías Calles. Por ejemplo, a Porfirio Díaz se le adjudica haber iniciado el proceso industrial y la notable expansión de las vías de comunicación del País, además de una prolongada etapa de paz social. Sin embargo, es uno de los villanos favoritos, al acusarlo de dictador, por mantener el poder más de treinta años; de represor de los movimientos agrarios y obreros; y por el brutal atraso que desnudó el levantamiento armado, exhibiendo al mundo la miseria que campeaba en el medio rural mexicano.
A una gran distancia, ya se gastó demasiado en tinta y papel, escribiendo, reescribiendo o haciendo historias de ficción sobre la revolución, este modesto escriba o triste pensador, tiene la firme idea de no abundar o profundizar más sobre esa gesta heroica, pero haciendo ejercicio de la libertad de expresión, se permite concluir esta entrega con su particular punto de vista. En la historia oficial, está probado que hay verdades y mentiras, algo equivalente a “La verdad histórica”. Por supuesto, que la revolución hizo evolucionar la vida nacional, hubo una más dinámica movilidad social, al ampliarse el panorama de derechos y oportunidades para los mexicanos, se empezó a reducir la brecha de la desigualdad, marcó el surgimiento de una robusta clase media, y mejoraron las condiciones del campo, la educación y la cultura. Por otro lado, sirvió de estandarte y fundamento ideológico, para una nueva clase política, que ascendió al poder y creó un partido político vigoroso, integrando a los diversos sectores confrontados, y convertirlo en uno de los más longevos del planeta como fuerza hegemónica y oficialista. Por razón de brevedad, aquí termina el texto. Hasta la próxima.
18 de Noviembre de 2022
*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.
*Miembro de la Red de Escritores por el Arte y la Literatura, A.C.