Ganadores y perdedores, juntos y también revueltos
Jesús J. Castañeda N.
El tema de la semana tiene que ver con la designación de la candidata del partido morena, del Gobierno Federal y concretamente del Presidente de la República en la figura de Claudia Sheinbaum, lo que se oficializó finalmente después de más de 2 años de campaña.
Todo el país lo sabía, pero como dicen que “no son iguales” el presidente quiso sacarle la vuelta al “dedazo” y para ello realizó un proceso de simulación que nos costó a todos los mexicanos muchísisimos millones de pesos, mismos que salieron del desabasto de medicamentos y que por consiguiente costaron muchísimas vidas. Lo que es el alto precio que muchos prefieren ignorar.
El momento de la declaración oficial de la corcholata ganadora, en el templete se encontraban todas ellas (las corcholatas), pero en sus rostros estaba perfectamente dibujada la frustración o tal vez el cansancio de tanto sometimiento y ese despojo de la dignidad y de la vergüenza a manos del poderosísimo personaje central del movimiento de morena y la 4t.
Aplaudían cuando tenían que hacerlo, de forma automática, sin mostrar ninguna emoción. Como un papel sanitario que ya cumplió con su tarea y su destino es el cesto de la basura.
Mientras que afuera, una corcholata protestaba descalificando el proceso, exponiendo las razones de su desacuerdo con una frialdad o naturalidad que no correspondía a la reacción de alguien que se sabía seguro de la victoria y que ahora se siente despojado y violentado. O mucha sangre fría, mucho control emocional o de plano mucho talento para la actuación.
Y como parte del guión de la obra, viene la instrucción oficial a toda la estructura burocrática para que “voluntariamente” acudan a una “concentración” de fiesta para celebrar el triunfo de la democracia y de la continuidad de la obra cuatroteísta.
Quienes realmente ganaron?. Y quienes realmente perdieron?. Eso no está totalmente claro, pero quien sí es sin duda el que podría resultar ser el gran perdedor de toda ésta tragicomedia es nuestro México, los mexicanos, los que hoy aplauden y votan a favor de sus victimarios y también los que no salen a votar, juntamente con los que si quisieron que esto cambiara pero que no hicieron lo suficiente por lograrlo.
Todos podemos perder; ésta y la siguiente generación de nuestros hijos, como ya resultó en Cuba, Venezuela, Nicaragua, por citar unos ejemplos inobjetables.
Así que, si no hacemos nada hoy, les estaremos dejando todo el peso de la tragedia a nuestra descendencia, para que sean su dolor y sus lágrimas el pago de nuestra indiferencia, apatía e indolencia. Y que en su memoria quieran borrar el recuerdo de una generación cobarde y aplaudidora del poder que cambió su libertad por unas cuantas monedas. Porka Miseria.