Por Roberto López Barradas
El año pasado en otro artículo, hicimos una reflexión acerca de que el mejor regalo que podemos dar es el tiempo, ya que es uno de los bienes más preciados que tenemos como personas, por lo que dedicarles tiempo a nuestros seres amados, familiares, amigos, compañeros de escuela o labores, es un regalo de gran valía; pero en esta ocasión hablaremos del mejor regalo que podemos recibir, que son el amor, cariño y afecto.
Por encima de cualquier objeto de valor, se puede recibir un abrazo, un beso, un apretón de manos, una carta, una tarjeta y en el caso de las mujeres, una flor; los cuales son demostraciones de amor, cariño y afecto, que son más valiosas cuando se dan de corazón, en alguna fecha especial como un cumpleaños, un aniversario, en la conclusión de los estudios, la culminación de un proyecto o cuando se alcanza un sueño, un anhelo, en fin, cualquier eventualidad que sea significativa en la vida de quien los recibe.
Debo de aceptar que ha sido con el paso del tiempo, que he comprendido con más profundidad el verdadero valor de esas muestras de amor y cariño, las cuales no tienen un precio tangible, sino que es en el cofre de los tesoros del corazón y la memoria donde se van guardando cada una de las demostraciones y manifestaciones de afecto, que nos llenan de alegría, emoción y gozo, porque se sienten como una caricia en el corazón, fortificando nuestra alma, quedando grabados en nuestra mente para siempre.
En días pasados, Dios me concedió cumplir un año más de vida y nuevamente confirme que los mejores regalos de calidad, son los abrazos, un beso, un mensaje de texto deseando bendiciones y para bienes, una llamada telefónica, una tarjeta con las más hermosas palabras declarando amor, cariño y afecto. Quiero aprovechar estas líneas para agradecerles a todos los que se tomaron un tiempo para felicitarme, en verdad muchas gracias. A mis compañeros en el trabajo por el festejo y sus muestras de cariño. Y no puedo dejar pasar la oportunidad de agradecer a Dios por la bendición de mi esposa Xóchitl y mis dos hermosos regalos Romina y Romel.
En estas fechas en que se acerca la navidad, la cual es una época propia para dar y recibir regalos, te invito a que más allá de pensar en gastar en artículos caros, en lujos o en vanidades, a que hagas todo lo posible por dar un gran abrazo y un beso a tus seres queridos, a tu familia, tus amigos, vecinos, conocidos y ¿por qué no? también a desconocidos, como una demostración genuina de amor, cariño y afecto, haciendo con ello al mismo tiempo, obediencia al mandato de Dios para todos: “Amamos los unos a los otros”.