Por Roberto López Barradas
Antes de iniciar con la reflexión de esta columna, quiero decirles que en este mismo instante, yo soy el primero que tengo dudas sobre mis capacidades, mis planes, mis propósitos, he tardado mucho más de lo habitual para empezar a escribir y tratar de transmitir un mensaje que nos motive, nos de valor, nos impulse a seguir adelante.
Sigo varias páginas en Facebook de frases motivacionales, y diariamente son publicadas 2 o 3 frases como éstas: “siempre habrá alguien que dude de ti, solo asegúrate que esa persona no seas tú”; “nunca te compares con nadie, eres único y eres el mejor”; todas con intención de causar impacto en nuestra mente de manera positiva.
Hay muchos estudios desde el punto de vista psicológico, que concluyen que los factores que influyen para que una persona no se sienta capaz de lograr algo en la vida, pueden ser diversos, desde una niñez con traumas y complejos originados por los mismos miembros de su familia, así como otros externos; pero hay otra gran verdad, es que constantemente somos nosotros mismos los primeros en auto sabotearnos, dando lugar a la duda, el temor, la inseguridad.
Cuando permitimos que nos invada la duda, las cosas se retrasan y como dice Og Mandino en su obra El vendedor más grande del mundo “…la duda y la demora son hijas del temor; y para conquistar el temor debo proceder ahora mismo, siempre sin vacilación; ponerme en acción, y la acción será mi alimento y mi bebida, y con ello desaparecerán los estremecimientos de mi corazón…”
El autor Robert Kiyosaky en su libro “Padre rico padre pobre” nos cuenta la fábula del pollito que corría alrededor del granero alterando a todos por una inminente catástrofe; cada vez que comenzaba a llover salía corriendo despavorido, gritando: “el cielo se está cayendo”; el autor hace una analogía de nuestras dudas y temores en nuestros pensamientos, con el pollito, es decir, ante la imposibilidad de creer en nosotros, en nuestras capacidades y talentos, damos cabida al pollito, creyendo que todo será un desastre.
Continua Robert Kiyosaky, diciendo: “…Todos nosotros tenemos dudas. No soy inteligente, no soy lo suficientemente bueno, fulano y zutano son mejores que yo…” y nos pone como ejemplo de confianza en sí mismo la historia del coronel Sanders el famoso creador de la cadena comercial de restaurantes Kentucky fried chicken (KFC), que “…a la edad de 66 años perdió su negocio, entonces recorrió el país tratando de vender su receta del pollo frito; lo rechazaron 1,009 veces antes de que alguien dijera “si”, convirtiéndose en multimillonario a una edad en la que la mayoría de las personas está retirándose. Era un hombre valiente y tenaz. Así que cuando tenga dudas y se sienta un poco temeroso, haga lo que hizo el coronel Sanders con su pequeño pollito. Lo frió…”
Para concluir, además de creer en nosotros mismos, debemos de poner nuestra confianza en Dios, porque eso será la clave del éxito en todo lo que hagamos, sabiendo que de Él recibimos todas las cosas, dones, talentos y capacidades, tal como lo declara su palabra en el libro de Jeremías 17:7: “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.”