LAS TRAVESÍAS DEL QUIJOTE
Por: Alberto Calderón P.
Qué mejor forma de conmemorar el día del libro y derecho autoral que recordando la llegada de dos cajas que contenían doscientos sesenta y dos ejemplares de la obra máxima de la literatura hispana. El Quijote de la mancha, arribaron a las costas veracruzanas, atracando en San Juan de Ulúa el mismo año de la publicación del célebre libro.
Ese año llegaron a los principales sitios de América mil quinientos ejemplares, unos atracaron en puertos sin contratiempos, otros lo hicieron por veredas y pasajes abruptos que para llegar a su destino final fue realmente una travesía como la que vivió el personaje de la historia, el desembarco que se realizó en Panamá, trasladando en animales de carga la mercancía entre las que iban las cajas con los ejemplares de El quijote de la mancha surcando caminos a veces creados al paso de la caravana, quien pensaría que el famélico Rosinante sería cargado en la ruta a su lugar final para su venta por otro cuadrúpedo de su especie.
El Quijote toma las calles desde el siglo XVII cuando se hacen representaciones de los personajes como lo menciona El conde de Navas y Juan Rodríguez Abril en sus libros Don Quijote en América y Verdadera relación, respectivamente. En la plástica mexicana los personajes se han vuelto simbólicos, apareciendo en infinidad de escenarios, las esculturas no se quedan atrás, recordemos la que se encuentra en el Castillo de Chapultepec, concretamente en la fuente “El Quijote”.
Cervantes quería venir a México en 1590 como lo consta el documento que se encuentra en El Archivo General de las Indias, su intención era trabajar en la gobernación de la provincia de Soconusco en Chiapas, que en ese momento pertenecía a Guatemala, esa solicitud fue fechada el 21 de mayo del año mencionado, ahí relata toda su trayectoria de trabajo por distintos frentes, unos en medio de conflictos o como emisario. Decidido a venir a estas tierras donde le habían mencionado que había una destacada hospitalidad de los mexicanos, que eran diestros como jinetes, eso le entusiasmaba, así lo mencionaba Pérez de Videlma. Con las maletas del viaje casi listas a un mes de partir para la Nueva España, le fue hecha una comisión que no pudo eludir lo que le impidió zarpar a tierras para él desconocidas en persona pero que tenía en su imaginación.
Los españoles peninsulares y los incipientes criollos no les fue posible tener a tal figura, autor de la ya reconocida obra, hubiera causado sensación en el sureste y en toda la Nueva España, me atrevo a decir que si esto hubiere ocurrido probablemente alguna de las provincias hoy se llamaría Cervantes o posiblemente hasta Don Quijote. El destino no quiso que esto cristalizara pero si tuvimos la oportunidad de leer, desde esos tiempos sobre su fiel escudero, el famélico equino, y su amor imposible Dulcinea de toboso. En aquel tiempo se sentaría a tomar una rica taza de chocolate originario de estas tierras. Le hubiera sorprendido el trabajo artesanal de los indígenas y la precisión en la fabricación de muebles de los que tenían fama los chiapanecos. Como el hubiera no existe, lo dejamos solamente a la imaginación.
¡Sean felices por favor!
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Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores REVECO)