Pienso, luego escribo

Por Akiles Boy*

¿Hasta cuándo queridos lectores, la realidad descrita en esta narración seguirá vigente?, porque es tan actual, que a pesar de los esfuerzos para  simular nuevas o diferentes escenografías, en el tema de la Justicia y el Estado de Derecho en México, la situación pasó de grave, pero estable, a grave con más complicaciones.

“El Abogado, profesional del derecho, cuya imagen ya no goza de cabal salud como antaño. Como otros profesionistas, ha visto rodar por el suelo su tradicional prestigio, por los estragos de la paulatina, pero constante descomposición social que padece este país. Los factores preponderantes, la corrupción brutal y galopante que golpea cualquier actividad, el otro, la impunidad que ha socavado la confianza ciudadana en los sistemas de procuración e impartición de justicia.

Y precisamente el Abogado, que debiera ser garante del respeto y cumplimiento de las leyes, ahora es un actor más del teatro de la corrupción y la impunidad. Complicidad, simulación, sometimiento forzado a las nuevas reglas no escritas del procedimiento judicial, han terminado con la carrera de muchos litigantes que han renunciado a entrar al perverso juego de la corrupción, que no exime a nadie, desde el Actuario, el Secretario, hasta Ministros, Magistrados, Jueces, Fiscales  y demás servidores públicos que debieran ser paladines de la Justicia pronta y expedita como lo impone el mandamiento constitucional.

No hay proceso legal que escape a la epidemia llamada corrupción, quizá la diferencia sea solo la forma, abierta o subterránea, de practicarla, o el valor económico que representa, según la cuantía del asunto y el sapo es la pedrada. Por eso los Abogados de hoy litigan con el Código y la cartera como instrumentos esenciales en los Juzgados, Tribunales, Juntas de Conciliación y Arbitraje, Fiscalías y demás dependencias que tienen que ver en el proceso judicial.

Imposible para el Abogado salir ileso en su paso por los laberintos de las ahora Fiscalías, antes Agencias del Ministerio Público, y del mismo Sistema Judicial, de la materia que sea, civil, penal, laboral y la que guste, orientados para favorecer los actos de corrupción que pervierten el espíritu de la Ley y la Justicia. Como vivir dignamente de su profesión, sin provocar una sangría al bolsillo del cliente. El caso se vuelve una cuestión ética o moral cuando a quien se representa es un ciudadano en visibles condiciones de ignorancia y pobreza.

Cuestionable celebración, este 12 de julio, de un profesional que actúa en instancias que lo atrapan y lo oprimen sin poder oponer resistencia, bajo el riesgo de no ser un abogado reconocido y sencillamente no poder vivir de su carrera. El que no transa, no avanza, frase lapidaria que refleja el lamentable rostro del ejercicio de la abogacía, actualmente muy parecido al de otras profesiones. Porque “en todas partes se cuecen habas”.

Tan cuestionable como el triste papel de muchas Organizaciones de Abogados, Colegios, Asociaciones, Federaciones, Barras, Foros, Academias, en su mayoría creadas por motivaciones políticas y pocas con el ánimo de contribuir a la academia en materia jurídica y al saneamiento de las Instituciones responsables de la Procuración e Impartición de Justicia. Esas agrupaciones debieran asumir como tarea diaria, recuperar la buena imagen y prestigio de la abogacía, exigiendo al Poder Judicial y a las Fiscalías, el combate frontal a la corrupción y la impunidad. Este País necesita un Abogado más cerca de las causas sociales que del poder político”.

Aquí termina el texto referencial recuperado o reciclado. La situación de alarma, la señala el Índice Global de Impunidad México 2018 “La ineficacia institucional en materia de procuración e impartición de justicia se acumula y forma una cadena en las distintas fases del proceso: desde la comisión del delito, la integración de un expediente, la investigación, la posible sentencia del inculpado y la reparación del daño a la víctima”. Además, contando que se denuncian de 4 a 5 delitos por cada 100 que se comenten en el País, y de esa cifra, aproximadamente el 12% se investiga y termina en sentencia o resolución, lo anterior deriva en un pavoroso índice de impunidad del 99%, que puede resultar exagerado, pero se afirma que la impunidad es generalizada y llevaría al colapso del Sistema de Justicia. Hablando del tema, me decía un amigo Abogado, con un franco desánimo, “Esto no se va acabar, el mexicano no resiste la tentación del dinero” Lo dejamos para la reflexión. Hasta la próxima.

*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.

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