El adiós a un amigo
La existencia se agradece, se aprecia, es para enamorarse de ella, el sendero que hemos de abrir ha de ser el que deseemos vivir, después de los golpes de la vida, llego a la conclusión que la única forma de ser feliz, es desearlo y dar el primer paso y esa felicidad varía en cada uno de nosotros, como hojas que tiene un árbol, así que, todo está bien, cada hoja, cada rama tiene su propósito, ¿no lo creen?Hace un año, en el mes de diciembre, la Red Veracruzana de Comunicadores departía felicidad y alegría, ya que se presentaba un libro con importantes aportaciones de todos sus integrantes.La camaradería reinaba y junto con ella la charla amena, los buenos deseos, las fotografías que dejaban impresa esa imagen que posteriormente quedaría para el recuerdo. Y uno de sus integrantes, el Dr. Bricio Rincón Aguilar, oriundo de Martínez de la torre, su tierra natal charlaba con un servidor acerca de mi nieto, de un padecimiento con el que había nacido y me comentaba, con la generosidad que siempre le caracterizó, que eso desaparecería conforme creciera. El me relató que, aun siendo cardiólogo, no se percató que una de sus nietas nació con un pequeño soplo en su corazón, incluso le hizo un poema.Posteriormente alzamos nuestras copas, y seguimos celebrando nuestro anhelado triunfo literario. Ya no lo volví a ver.Hoy la palabra calla y el dolor enmudece. El día de ayer nuestro amigo cedió ante la enfermedad, su cuerpo no resistió más y su misión terrenal finalizó. Si acaso lo traté cerca de dos años, pero en esos dos años pude percatarme que fue de esas personas que están tocadas por algo divino, que son de las personas que con sus acciones deja grabado su espíritu de altruismo, de persona, de esposo y de amigo. Ese tipo de personas son las que dejan una huella perenne.En paz descanses amigo, tu talento ahora será desde otro espacio.
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