LA VIOLENCIA EN ESCAPARATE.
Por Akiles Boy *
Estos días he sentido, como muchas otras personas, que vamos a la deriva en un mar agitado, paso las mañanas, las tardes y las noches con la misma sensación de incertidumbre, de tensión, de enfado, en que este extraño y demencial año nos instaló. La tierra y la angustiada naturaleza no aguantan más daños y afectaciones y continúan enviando señales y mensajes. Se nos cambió, sin previo aviso, el ritmo de la vida. Fuimos rudamente obligados a parar o bajar la velocidad, como si fuéramos circulando por una carretera colmada de topes, que atraviesa localidades o pueblitos de este País.
De pronto nos quedamos sin diálogos en un libreto que ya teníamos aprendido, por la costumbre, por una bien diseñada forma de vida o simplemente guiada por la inercia. ”El hombre propone, y Dios dispone”. Sin embargo el mundo y el tiempo siguen su marcha y la humanidad también. Increíble que un virus este causando daños incalculables, impredecibles, dolorosos por las vidas perdidas, por los proyectos detenidos, por la mayor pobreza en algunos sectores ya empobrecidos, por modelos y políticas que han profundizado las desigualdades en el orbe.
Los discursos y la retórica de salvación, para la sobrevivencia en esta difícil temporada, nos llueven, tanto como la violencia que acapara las historias de las películas y series de cine y televisión. Sin filtros, sin maquillaje alguno, están exhibiendo, como en aparador, el lado oscuro de las personas, a través de infinidad de patologías, que afloran ahora y otras que permanecían ocultas en la misma naturaleza de los seres humanos. Esa es otra realidad de la que no hay escapatoria. Los dramas y tragedias que se ven en las pantallas, muestran los crudos escenarios que se observan en la vida misma, sin importar la situación y status de los personajes.
Porque al final, el ser humano es igual en todo el planeta. Nos ha marcado y diferenciado la evolución y desarrollo económico y social, pero está comprobado que la creatividad, la fuerza, el talento y la bondad, lo mismo que la maldad y perversidad, no son exclusivas de alguna etnia o raza. Como habitantes de la aldea global, hoy es fácil darse cuenta que una idea innovadora, progresista, vanguardista y altruista, puede generarse en cualquier rincón y multiplicarse después en todo el mundo.
Sin embargo, hay una persistencia histórica de la desigualdad en el poder económico de los grupos y sociedades. En muchas comunidades sobra el ingenio, pero falta el dinero para desarrollar las ideas y proyectos. Está claro que la competencia natural o estimulada por las ideologías y modelos sociopolíticos, al mismo tiempo que ha propagado el crecimiento y desarrollo, también ha engendrado contrastes en la condiciones de vida de los pueblos. Un ejemplo cercano puede ser Estados Unidos y Canadá con respecto a los países Latinoamericanos. Tristemente desde México hacia el Sur, se continúa en la búsqueda del “Sueño Americano”, cuando pudiera promoverse el desarrollo local con el talento y mano de obra locales y erradicar el círculo vicioso de la pobreza. En este período nebuloso ocasionado por la pandemia, son más valiosas la cooperación y la solidaridad que la competencia y la rivalidad. Hasta la próxima.
Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.