NECESITAMOS VER LA LUZ
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Este domingo 29 de noviembre de 2020 iniciamos el ADVIENTO, un hermoso periodo que nos prepara para la venida del Señor. El término ADVIENT (“adventus en latín; parusía en griego) significa “presencia”, “llegada”, “venida” o “visita”. Todos estos significados se cristalizan durante este periodo que nos prepara para la NAVIDAD.
Con el ADVIENTO se expresa la cercanía de Dios, su presencia y su caminar en medio de nosotros. Un detalle más que debemos tener presente es que este acercamiento divino está motivado por el Amor de Dios a la humanidad. San Juan lo expresa de esta manera: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio hijo para que el mundo se salve” (Jn 3, 16).
Durante este periodo de ADVIENTO nos preparamos para la NAVIDAD. De ahí que el mensaje que resuena en todos los templos católicos el primer domingo de ADVIENTO es “VELEN Y ESTEN PREPARADOS” (Mc 13, 33). De esta manera a través de la escucha de la Palabra de Dios, la oración frecuente, la recepción de los sacramentos y la práctica de la caridad la Iglesia nos va conduciendo para contemplar el nacimiento del hijo de Dios.
El centro de la Navidad es el misterio de la encarnación, es decir el nacimiento del Hijo de Dios que en estos días se representa por medio de los portales de Belén que en las casas, las iglesias e incluso en las plazas podemos admirar. Necesitamos contemplar al niño Dios, llenarnos de su luz y de su ternura. A través de este hermoso signo Dios nos recuerda que nos ama profundamente y por eso ha enviado a su hijo para salvarnos. Ojalá en todos los hogares cristianos se coloquen los nacimientos; eso nos ayudará a tomar conciencia de lo que es central en estos días de navidad.
El momento presente que estamos viviendo es como el de una noche obscura; las sombras de la muerte nos acechan y nos sentimos como en un naufragio sin rumbo. Más de 103 mil muertos por el mal manejo de la pandemia es una calamidad; el aumento de la pobreza se percibe por dondequiera. Vivimos momentos de incertidumbre; muchas familias están sufriendo por causa de la enfermedad, la violencia o la pobreza.
Los resultados que se presumen en los discursos oficiales no se perciben en la cotidianeidad. No hay indicadores de bienestar para la gente, y la deuda social sigue creciendo en asuntos de violencia, pobreza, educación y salud; los pobres son cada vez más pobres y lo más grave es que se les hace dependientes de dádivas que no sabemos para cuánto tiempo alcanzarán. La ruta que se está llevando sólo aumenta la incertidumbre en la población. Vivimos tiempos de obscuridad.
¿De dónde nos llegará la verdadera luz? esta es la pregunta que responde el
tiempo del Adviento que estamos comenzando. Los que creemos en Dios, no
podemos nunca idolatrar las instituciones humanas por más promesas que nos hagan. Lamentablemente se está provocando más desencantos que
satisfacciones; La verdadera luz por lo tanto viene de nuestra apertura a Dios que se acerca. Es aquí donde el profeta Isaías tiene mucha actualidad: El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz…(Is 9, 1) este es el ADVIENTO que necesitamos. Aquí radica la esperanza que debemos cultivar.
Junto con la apertura a Dios, necesitamos ser también más promotores y
colaboradores del bien común y dejar de ser indiferentes; México puede cambiar si cada uno de nosotros da lo mejor de sí; si nos comprometemos con la verdad y la justicia. México empieza a cambiar cuando hacemos las cosas con calidad, honestidad y transparencia. Esto es lo que ayudará a mejorar el tejido social.
El ADVIENTO es por excelencia el tiempo de la esperanza. Cada año, esta actitud fundamental del espíritu se renueva en el corazón de los cristianos que, mientras nos preparamos para celebrar la gran fiesta del nacimiento de Cristo Salvador reavivamos también la esperanza de su venida gloriosa al final de los tiempos. La esperanza verdadera y segura se funda en nuestra apertura a Dios que es Amor y Misericordia; para que los hombres, y con ellos todas las criaturas, puedan tener vida en abundancia (cf. Jn 10, 10).
Para mantener viva esta esperanza necesitamos cambiar el corazón, necesitamos superar nuestros egoísmos y autocomplacencias, necesitamos abrirle un espacio a Dios. Con ello estaremos celebrando un buen periodo de ADVIENTO.