Epifanías

Por Montserrat Quevedo

El cardenal que vamos a extrañar…

Recordado en muchas comunidades del estado de Veracruz como un pastor cercano a las personas de bajos recursos, hombre de Dios que coherente con su formación siempre señaló que la fe no debía solo acotarse a la enseñanza bíblica que se imparte en la sacristía, tuvo esa sensibilidad para demostrar su caridad pastoral hasta los 86 años en que partió a su última morada.

Apenas el 28 de junio de 2018 había sido consagrado como Cardenal por el Papa Francisco en el marco del V Consistorio dónde se nombró a 14 nuevos cardenales. Recuerdo que en todas sus declaraciones de aquel día festivo, con sobrada humildad Obeso Rivera comentó a todos quienes festejábamos a su llegada a Xalapa que: “jamás se hubiera imaginado ser Cardenal, pues nunca lo buscó” yo añadiría que quizá por eso lo eligieron, en aquel momento los feligreses abarrotaban la Catedral Metropolitana de Xalapa, para recibirle con jubilo.

Nacido el 31 de Octubre de 1931 en la capital veracruzana se distinguió por sus relaciones diplomáticas con varios Presidentes de la República, con quienes logró restablecer las poco tersas  relaciones entre el Estado y la Iglesia. Entre su formación destaca el haber sido enviado a Roma luego de concluir sus estudios de secundaria para ingresar a la Pontificia Universidad Gregoriana en donde dio inicio a su formación en Teología. Años más tarde regresó a México en donde fue consagrado sacerdote, para posteriormente asumir diversos cargos en el seminario; como prefecto de filosofía, director espiritual y finalmente rector.

Primero, nombrado Obispo de Papantla para posteriormente convertirse en Arzobispo de Xalapa y luego presidente de la Conferencia Episcopal de México hasta por tres periodos.

Al cardenal Sergio Obeso Rivera se le podía considerar un hombre de gesto bondadoso, amplia caridad y mucha sencillez, pues aún perteneciendo (por su nombramiento) al  clero romano en donde los cardenales integran un consejo que es del primer circulo del Santo Padre, igual se le podía ver saludando y otorgando bendiciones a feligreses en la calle de Colón en el centro de Coatepec en donde vivió de forma no onerosa y discreta hasta el día de su fallecimiento.

Fuimos muchos los que pudimos recibir el sacramento de la confirmación en torno a una eucaristía oficiada por él y era notoria la explicación de la palabra de Dios que profesaba, pues siempre firme señaló el papel que debía cumplir la Iglesia en toda sociedad y el compromiso que esta debía asumir para beneficio del prójimo y sobre todo del más necesitado.

Sean estas líneas un reconocimiento a su entrega generosa pero especialmente a su gran labor como ser humano y como destacado pastor de la Iglesia Católica veracruzana.

Descanse en paz, Don Sergio Obeso Rivera.

 @MontseQueVe

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