Pienso, Luego Escribo

MÉXICO. EL CAMBIO GENERACIONAL

Por Akiles Boy*

Al inicio de la tercera década del siglo XXI, en México, la mayoría de la población es joven, lo muestra el mapa demográfico, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática INEGI, de acuerdo con los resultados del Censo General de Población 2020. En los  datos que se presentaron, se observa que a ese año, el País tenía el registro de 126 millones de habitantes, de los cuales 51.2 % son mujeres y el 48.8 son hombres. Por rango de edad, el grupo de población más numeroso, es el de 10 a 19 años, que concentra más de 21 millones. Le siguen los mexicanos de 0 a 9, con más de 20 millones, y después el grupo de 20 a 29 años, que suman otros 20 millones. En un recuento simple, en el territorio nacional viven más de 40 millones de jóvenes, que son su presente y futuro.

En cualquier ámbito, en la escuela, en los hogares, en el trabajo, siempre se habla con reconocimiento, de sus fortalezas y valores. Su gran energía, sus incontables talentos, su voluntad para crecer, y su solidaridad con la familia y la comunidad. Digamos que es el perfil idóneo de los jóvenes en el mundo, independientemente de las etiquetas para diferenciarlos o identificarlos, los millennials o generación Y (1981 hasta 1993), caracterizada por ser un amplio sector digital, hiperconectado y con altos valores éticos y sociales, o los centennials o generación Z (a partir de 1994 hasta 2010), es el grupo joven y digital más experto y pueden estar representando la mayoría de la población mundial. Sin embargo, es preciso advertir que no se observa consenso en la estimación de la línea del tiempo, para marcar los periodos de cada generación, listada en las clasificaciones usadas actualmente.

Esta fotografía parcial de la estadística demográfica, puede tener varias lecturas. En primer lugar, para darnos cuenta de la gran reserva de capital humano que existe y está disponible. Por otro lado, presupone una buena cantidad de talentos en desarrollo o con potencial para participar en diversas actividades relacionadas con la ciencia, la sociedad, la cultura y el deporte. Finalmente, representa un serio compromiso del Estado y los sectores sociales para abrir caminos y proporcionar espacios a esos jóvenes, que están explorando o buscarán en el corto plazo un empleo o una ocupación en el mercado laboral, acorde con sus capacidades y aspiraciones.

Ese será un desafío con dos vertientes. En la primera, corresponde a los Gobiernos junto con la sociedad, alentar y promover la participación de los jóvenes en actividades y programas dirigidos al desarrollo de sus aptitudes y facultades intelectuales, atendiendo a sus perfiles e intereses. En los últimos años se crearon infinidad de carreras técnicas o profesionales que no fueron requeridas en el campo de trabajo y solo abonaron al ejército de desempleados o subempleados, que ahora representa una fuerte presión social, porque muchos de ellos son atraídos y reclutados por el narcotráfico y la delincuencia organizada.

Por otra parte, ante esa formidable fuerza de trabajo con gran potencial, nos queda, exhortar e impulsar a esos jóvenes a emprender, a explorar, a incursionar, a intervenir en el desarrollo científico y social del País, considerando sus cualidades, además sus ambiciones y proyectos de vida. La pobre actuación y resultados en la Olimpiada de Tokio 2020, nos muestra con rudeza, el fracaso de las acciones y programas para el desarrollo de atletas de alto rendimiento, desde edad temprana. Impone además, la revisión y evaluación de la estructura actual del deporte, visiblemente inoperante y con una corrupción endémica, que no ha cumplido el objetivo de fomentar y desarrollar el deporte nacional, haciéndolo una práctica habitual para los jóvenes y aquellos que participan en competencias nacionales e internacionales. Igual se puede argumentar sobre la necesidad de alentar su concurrencia en actividades culturales, sociales, científicas y políticas.   

Estamos en una etapa de transición, que marca el retiro de las generaciones que aportaron lo suyo, y llegó la hora de dejar la carga de las decisiones y responsabilidades cruciales, para dar la estafeta, las riendas de las familias y las comunidades a las nuevas generaciones que también son virtuosas y deben tomar el timón del barco, Canadá y Francia, las dos Potencias, son ejemplo de Naciones con líderes jóvenes. Sin dudar, pronto estaremos viendo el final de la Era de los Dinosaurios, si no se van, los echarán. Hasta la próxima.   

Agosto 12 de 2021

*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.

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