El efecto Nahle
Salvador Muñoz
La posibilidad de que una mujer en Morena encabece la candidatura a la gubernatura de Veracruz este 2024, tiende a llevarnos a muchas lecturas al interior de ese partido como fuera de él…
La primera lectura establece que Rocío Nahle vive en la Gracia del Señor… Pejedente. Está junto con Sheinbaum en los cuernos de la luna y cuenta con la venia del Señor (Pejedente) para hacer y deshacer siempre y cuando no se salga del guión establecido por su misma autoridad: “Nosotros somos honestos, los otros son los corruptos, se respeta la libertad de expresión” y un sinfín de retahílas que son de todos conocidas por repetirse una y otra vez en cada mañanera…
Al menos en lo que respecta al caso de Dos Bocas, con todo y lesionados, donde la represión a punta de gas lacrimógeno y balas de goma la justifica, parece que sale bien librada por el Pejedente aunque no por la sociedad con tres dedos de frente… aunque siendo sinceros, lo que piense el conjunto social le tiene sin cuidado.
Por el momento, no se tiene contemplado el escenario de una Caída de Gracia de la zacatecana por lo que la cargada la trae ella aunque no por ello, a sus huestes deja de preocuparles más un Sergio Gutiérrez Luna que un Ricardo Ahued Bardahuil.
Al exterior, Rocío Nahle y esa posibilidad de ser candidata a la gubernatura este 2024, exponen el lado flaco de los partidos de oposición entendidos éstos como PAN, PRI y PRD.
En el caso del PAN, platicamos en columnas anteriores, la ausencia de una mujer en la dirigencia estatal, lo que habla en mucho del espacio que el panismo le ha otorgado a la mujer albiazul en el quehacer partidista y eso que al menos en las curules, sus representantes femeninas han demostrado tamaños como argumentos. Si en estos momentos se pidiera al panismo que expusiera a tres mujeres con posibilidades de competir este 2024 por la candidatura al interior del panismo, es seguro que al menos dos nombres surgieran más por una posición jerárquica que por otra cosa: Maryjose Gamboa, diputada federal; Indira Rosales, senadora…
Muy diferente podría ser en el caso del PRI donde aparentemente hay más opciones para las mujeres al grado que dirigencias estatales ya han estado bajo el mando femenino y si bien se recuerda, allá por el 2000, a Nohemí Guzmán Lagunes y Silvia Domínguez quienes fueron de cierto modo precursoras de la paridad en candidaturas cuando exigieron ser las suplentes de los candidatos a senadores Fidel Herrera Beltrán y Fernando Gutiérrez Barrios. La historia final es conocida.
Ahora, lo más complicado: Pónganme una priísta empoderada que pudieran decir tiene posibilidades para contender por la candidatura de su partido para la Gubernatura. De botepronto, sólo se me ocurre Anilú Ingram y si juntamos a las dos anteriores, ¡ojo! tres porteñas.
Mismo ejercicio para el PRD donde si hay una mujer en el perredismo que pudo haber destacado más allá de su alcaldía es Yazmín Copete Zapot, pero que al parecer el tiempo y el relevo generacional la han minado.
En Movimiento Ciudadano hay una camada de mujeres jóvenes que empiezan a repuntar en Veracruz y su desarrollo ha de verse en uno o dos años…
Mientras, por vivir en la Gracia del Señor, Rocío Nahle brilla, no con luz propia, quizás a diferencia de las citadas que sí, pero eso no demerita que los partidos de la oposición analicen el papel que han generado en torno a sus mujeres pero también, a la vez, que las mujeres al interior de sus partidos dejen de hacer mutis y empiecen a exigir los espacios que les corresponden, más allá de la paridad de género. Que se pongan así de exigentes, fajadoras, cabronas si vale decirlo, como alguna vez lo hicieron Nohemí Guzmán y Silvia Domínguez…