Manantial Entre Arenas

LA VIDA ES UNA LLAMA ENCENDIDA

Por: Alberto Calderón P.

Ver la vida como un acontecimiento que se abre al nacer y se cierra al morir es una forma de apreciar la existencia como un concepto muy básico, en realidad la riqueza estriba en valorar lo que hay antes durante y posterior a estos hechos.

En un inicio surgió la vida como un fuego que se encendió preservando la llama encendida, ahora somos una luz multiplicada sobre la tierra, el cielo y el mar, hemos evolucionado de distintas formas, nos hemos propagado, pero somos parte de la vida que inició hace mucho tiempo, de la cual también muchos de nosotros nos hemos encargado de continuar con nuestros descendientes. La vida la hemos transmitido por medio del contacto, de cuerpo a cuerpo, así hemos evolucionado, pero no solo los humanos, la gran mayoría de las especies lo hacen igual con sus variantes. Pensar que la vida de cada uno de nosotros surge con nuestro nacimiento sería ver de forma parcial, en realidad se gestó por el ánimo de otros cuerpos, el de nuestros padres que a su vez lo hicieron de los suyos en una cadena interminable, fuimos durante la gestación los mismos átomos de nuestra madre, con la información genética de ambos, se fue modelando paso a paso nuestro ser, tomando de cada uno los elementos necesarios, la sangre de ellos circula por nuestras venas, no solo somos una creación divina también somos producto de nuestros gestores de vida, nuestros padres. Tampoco somos autónomos, únicos, el producto de la evolución nos tiene hoy aquí leyendo el periódico, la nota digital, la reflexión acerca de nuestra existencia, parecería que si volteamos atrás, nos encontraremos con muchas sorpresas agradables acerca del parecido que tenemos con otros familiares, simplemente tomemos un álbum que cada vez son más escasos, ahora otras formas de preservar nuestras fotografías circulan, ya no tenemos que tomar las tijeras y recortar el perímetro de quien ya no queremos ver en la fotografía, actualmente simplemente la editamos y como si fuera un acto de magia desaparece quien no queremos que esté en la imagen, pero volviendo al tema; uno va pasando con lentitud las fotografías protegidas por un celofán y se encuentra que uno de nuestros hijos se parece a una tía, o a un primo, aquí nos damos cuenta de los genes dominantes de una gran familia donde varias ramificaciones comparten alguna información común heredada de sus padres o de generaciones anteriores, pero ahí no terminan los parentescos, muchos de nosotros somos iguales desde pequeños, seguimos conservando la misma fisonomía en la juventud y de igual forma siendo adultos, pero la evolución también se reconoce con las personas que cambian a lo largo de la vida y son tan distintos con los años que prácticamente son irreconocibles de cuando eran infantes a la adultez, pero si queremos escudriñar más atrás en la evolución nos encontraremos con los primates, nuestros más cercanos parientes en la evolución, ahí podríamos reflexionar acerca de nosotros mismos y esa metamorfosis, nos vamos transformando en esa evolución que se despliega en la línea del tiempo, somos producto de una misma vida que improvisa en un cuerpo nuevo para vivir muchas veces de forma diferente, es un constante juego de la vida con diversos actores que viven un momento determinado, donde enriquecen su información del mundo exterior y la transmiten a las posteriores, así que si un ser querido deja este plano terrenal no solo vivirá en los recuerdos, si tuvo descendencia ahí estará parte de él, esto es ir al sentido darwiniano más profundo de nuestra existencia.

Xalapa2000@hotmail.com

Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO).

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