Los Políticos

CABEZA DE BUEY

Salvador Muñoz

Hay una imagen que recuerdo de Pajarito volando a los tendidos y por otro lado, la cara de terror de José Ramón Fernández, el comentarista deportivo, asiduo visitante de la Plaza México… El toro al final fue sacrificado pero su popularidad trascendió no sólo las fronteras, sino también el tiempo, pues a 17 años de su hazaña, de volar del ruedo a los tendidos, se le sigue recordando.

En mi infancia me gustaba ver la historia de Ferdinand, toro de lidia que gustaba oler las flores antes que confrontar su ornamenta con las de sus demás compañeros de corral. Por supuesto, no era más que una mentira piadosa para los niños porque la realidad de las tardes del domingo contrastaba con ese cuento, que si no mal recuerdo, hace poco se llevó al cine.

Otra historia romántica de un Miura, fue la de Campanero… sí, de seguro más de una vez ha cantado el romance de ese toro enamorado de la luna.

Por allí está otra historia de un Campanero más, que no sé si se refieran al mismo… Al momento del parto, en una noche de lluvia, Capricornia, la madre de este becerro muere. El caporal toma al ternero y platica al dueño que Capricornia murió. El patrón entonces le cede el becerro a su caporal y éste le pone por nombre Campanero… ¿recuerdan el verso de la canción? “Y le puso Campanero el mayoral”.

Hay toros que han inscrito su nombre en la historia con sangre… Son muchos, pero sin duda es Islero el que es más conocido por haber cogido mortalmente a Manolete.

(Hace años vi en la tele a un torero, de cuyo nombre no me acuerdo, que tras haber sido embestido, mientras era llevado a la enfermería, daba instrucciones a las personas que lo atendían para que contuvieran la hemorragia o agarraran la femoral)

Aunque si de toros se trata, me quedo con Asterión. Una y otra y otra vez lo puedo leer con el mismo gusto que cuando lo tuve en mis manos la primera ocasión.

Precisamente hace más de una semana, leía por el mero placer de revivirlo, “La Casa de Asterión”, uno de los más bellos cuentos de Jorge Luis Borges.

Asterión es hijo de la reina Pasífae… y de un toro blanco, que según la mitología, fue un regalo al Rey Minos de Creta para que lo sacrificara en honor al Dios de los Mares, pero embelesado por la belleza del Toro, no lo hizo… y la reina también se enamoró del toro… han de imaginar entonces cómo es que surge Asterión, el minotauro… ¡y los cornudos!

En el cuento de Borges, Asterión vive en un laberinto, donde periódicamente son sacrificados hombres y mujeres en su honor (a manera de contenerlo en ese lugar).

Lo curioso es que Asterión no ve como tal, como un laberinto, su casa, para él es un palacio…

Bueno, todos estos cuentos “cornamentados” que acá les platico, los origina el secretario de la Negritud, Eric Cisneros Burgos, quien en un afán de no dar lugar a otro meme, otro chiste, otra burla, más que las que él mismo se genera, aparece en su oficina, sentado en su escritorio, con una cabeza de buey sobre sus hombros. Preciso: me refiero con “cabeza de buey” a una artesanía que él usa a manera de máscara.

¿Qué hace este funcionario? Habrá quienes vean en esa imagen un mensaje o quizás hasta un ritual, ya que por allí dicen que la Cabeza del Buey es parte de las tradiciones en Día de Muertos en El Higo, aunque habría que ver cuántos rituales hay en torno a las cabezas de toro o de bueyes, en aras de perpetrarse en el poder…

Hay quienes dicen que es la versión oscura del “¡Vamos con Tokio!” por el “¡Vamos con Toro!”

Permítanme dar un dato extra a esta serie de relatos: el caballo de Alejandro Magno era Bucéfalo porque cuenta la leyenda que el corcel era tan enorme que tenía una cabeza de buey, que es lo que significa su nombre.

Bueno, pues sin querer, al ponerse esa artesanía en hombros, el secretario de la Negritud hace una descripción gráfica de lo que ha hecho a lo largo de este sexenio por Veracruz, lo que hace en su oficina, lo que hace en su trabajo… ¡nomás se hace buey!

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