LAS REPERCUSIONES
Por Akiles Boy *
El mundo en una pausa impensable. Con un freno mental y emocional que nos impide la movilidad, el acercamiento, la interacción común entre las personas, con tal de proteger la salud, la vida misma. El coronavirus rompió, creemos por un tiempo, nuestras rutinas y comportamientos usuales. Hasta nuestras mascotas vieron afectada su actividad, los paseos cotidianos están suspendidos hasta que termine la “Jornada de Distanciamiento Social” o se acabe la “Histeria Social”. Lo que ocurra primero.
El Covid-19 con sus efectos y secuelas provocó, déjenme decirlo también, la confirmación o el redescubrimiento de muchos mundos, creados por una humanidad diversa, multirracial y multicultural, que propone distintas formas de vida y versiones para interpretarla. En el México vulnerable, el drama sigue un libreto similar al de otros países. El natural miedo a morir y la oportunista estrategia mediática, tratando de sacar el mayor provecho, para vender y recuperar audiencias, después de un periodo de perdidas, por persistir en la programación de contenidos patéticos, nos mantienen acorralados, guardados en nuestras casas, en donde nos aseguran estaremos a salvo de la pandemia.
Arrastrados en ese tren de la locura colectiva, con el temor alentado por esa estrategia mediática, enfocada a destacar la estadística de contagiados y muertos, para aumentar el estrés y asentir a recluirnos sin chistar. Sin duda, los medios y las redes sociales han hecho un buen trabajo magnificando, exagerando la nota, convirtiendo al coronavirus en un peligroso enemigo, que representa una amenaza real para la especie humana, sabiendo perfectamente que otros eventos y enfermedades causan más víctimas y se omiten intencionalmente esos datos.
Pero la diversidad de visiones y pensamiento sobre un tema, no siempre llevan a un buen final. Este puede ser el caso. Buena parte del orbe fue empujada al laberinto mediático y no hubo mucho tiempo para la reflexión y el análisis profundo. De pronto fuimos avasallados y llevados al extremo de la tensión, contagiados de miedo y sumándonos a las compras de pánico.
En un abrir y cerrar de ojos, nos convencieron de que era vital el aislamiento para hacernos consumidores cautivos de fármacos y productos para la higiene personal y limpieza del hogar. Fenomenales ganancias para los consorcios y empresas de esos giros comerciales gracias al miedo y a la alteración social. Desde luego esta apreciación o interpretación de la realidad, puede ser parcial y de una minoría en el mundo, que no se enganchó por la locomotora mediática del COVID-19. En muchas naciones la vida sigue con normalidad. Pero más de medio planeta, incluida la siempre revuelta, brutalmente desigual y emergente Latinoamérica, sufrió y sufre el contagio mediático y del virus maligno, menos letal que el de la influenza, según cifras de las Organizaciones de la Salud.
Ya de refilón enunciaré una “lista personal” de los efectos que el paso de la pandemia nos está dejando, solo apuntando que no es limitativa. La tregua o cese de hostilidades en la guerra comercial entre los más poderosos del mundo; el colapso del sistema de salud en varios países; quedó demostrado el poder mediático para manipular masas y sacudir al planeta, preparando cambios y reacomodos para escenarios ya diseñados; se “descubrirá o inventará” con éxito la cura de la enfermedad y habrá un resurgimiento de la industria farmacéutica del Primer Mundo; el FMI, se adelantó y anunció que la economía mundial entró en recesión; no hay de qué preocuparse, los banqueros y usureros internacionales ya tiene preparada una jugosa bolsa para apoyar “prestar” a las frágiles economías emergentes, víctimas de la pavorosa crisis sanitaria generada por el coronavirus, por supuesto México podrá acceder a esos fondos que ponen a disposición la “altruista y generosa Banca Internacional”. Dejare materia para después. Será un aislamiento dilatado, pero nadie dijo que en silencio. Hasta la próxima.
Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.