CADA QUIÉN SU LUCHA
Por Akiles Boy *
“Cada uno habla de la feria, según le va en ella” les narro una breve historia. Don José, un gran panadero, con más de 50 años en el oficio, buena parte de su vida laboral, fue trabajador de Don David, un hombre de negocios o empresario, de la época de los cincuentas, sesentas y setentas del siglo pasado. Su panadería “La Moderna”, en dos décadas de trabajo duro e intenso, fue la de mayor crecimiento y prosperidad en un pueblo del norte de Veracruz. Era notable su progreso en el negocio y patrimonial, igual que su generosidad y compromiso. Diariamente Don Pancho, un trabajador de confianza, entregaba una canasta de pan a la Parroquia y al Hospital Civil de la localidad.
Aquellos eran los tiempos del modelo económico del “Desarrollo Estabilizador”, aplicado en México de 1952 a 1970. Todavía lejos del neoliberalismo o capitalismo salvaje, que llegó con la argucia de ser la panacea para hacer posible el sueño de llegar a las Grandes Ligas del Desarrollo y Primer Mundo. El País fue enganchado en esa perversa aventura neoliberal y la receta prescrita nos produjo efectos nocivos. Crisis recurrentes, que después se hicieron crónicas, y sus consecuencias revelan el estoicismo de los mexicanos. Inflación, devaluaciones, dependencia económica, economía petrolizada, pérdida del poder adquisitivo, aumento de la pobreza, abandono del campo, etc. Hubo relativo crecimiento en algunos períodos y algunos sectores y compañías florecieron, impulsados por el esfuerzo, pero muchas también, con el gran mérito de las alianzas con el Poder Político. Ahora, unas cuantas son exitosas empresas globales o multinacionales. Eso sí, en los rubros que hubo crecimiento extraordinario, fue en corrupción y en impunidad, con el espantoso deterioro de la vida pública, y el que parece irreversible, daño al tejido social.
Lo siento, se extendió el apunte, de regreso a la mini historia. Don David, como le decían en la comunidad, también en las contingencias, casi anuales, debido a las inundaciones provocadas por el desbordamiento del caudaloso Río Pánuco, receptor del agua de las fuertes lluvias en el Altiplano y en la región Huasteca, reafirmaba su convicción de empresario responsable y socialmente comprometido. El pan era alimento básico y debía seguir trabajando y produciendo. Siempre alentó y fue solidario con sus trabajadores. Nunca despidió o redujo salarios porque iba a vender o ganar menos, a pesar de la dificultad para obtener los insumos.
Nunca se le vio quejarse o llorar en las esquinas por la “terrible” situación que atravesaba su empresa y la gente. Tampoco convocar a los demás comerciantes o confabular con ellos, para presionar y pedir al gobierno local o de la República “apoyos varios” para enfrentar y superar la crisis. Don David, como muchos empresarios excepcionales que había y que hay, se la rifaba con sus recursos, sacaba sus ahorros, que se usan en contingencias, y siempre salió avante, hay testimonios, con una empresa fortalecida y con el pasar del tiempo, más vigorosa. Eran otros tiempos, dicen los adultos mayores. Fin de la pequeña historia amigos.
Queda para la reflexión amables lectores, en esta aciaga temporada, en que algunos grupos “mafias” empresariales, se exponen en triste cuadro y “exigen” con el “aval de los sectores productivos” estar en el juego y las reglas simuladas o no escritas de siempre. En una posición mezquina y ventajosa, que les venía resultando cómoda y muy rentable en los últimos cuarenta años. Sería deseable más diálogo y colaboración, antes de crear escenarios de confrontación. El pueblo, donde estás los consumidores y usuarios, tiene memoria. Hasta la próxima.
Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.