Por Edgar Landa Hernández
(El Quijote de la mancha. CAPÍTULO XXV)
Este pequeño fragmento de la obra de Miguel de Cervantes Saavedra “El Quijote de la mancha” Me trajo una serie de introspecciones referente a lo que llegamos a transformarnos cuando en nuestras vidas únicamente estamos al tanto de lo que hacen o logran los demás y nos olvidamos que nosotros también tenemos vida y luz propia.
En alguna ocasión, la mayoría hemos tenido el sentimiento de envidia hacia algo o alguien que tiene más o menos que nosotros, rompiendo de este modo la armonía de nuestro cuerpo creando un verdadero caos en nuestra forma de ser y de pensar, ya que de este modo se confabula un estado de inmadurez en nuestra vida.
Mi pregunta es esta ¿Realmente una persona envidiosa es feliz?
Como dice mi madre, “El envidioso nunca es dichoso”
La envidia es una energía negativa que no nos sirve para nada, únicamente para traer malestar a nosotros mismos y a los demás, ya que no dejamos de actuar y hablar mal de las personas, así mismo es un nutriente maligno para aquellas personas que no encuentran una plenitud emocional.
¡La envidia destruye!
La madurez no existe cuando aparece la envidia. Cuando se actúa de una forma en la que únicamente lo hacemos por tratar de superar a alguien estamos cometiendo un grave error. Lamentarnos por lo que aún no tenemos es dañino para nuestra salud, Envidiar lo que los demás han hecho producto de su trabajo es una frustración que solo acarreará males que tu cuerpo experimentará. en Proverbios 14:30 dice: “El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.”
Hoy se libre como el viento, sin ataduras de odio, que si el vecino le va mejor, que bueno, que si tiene un auto del año, bendito dios, tu céntrate en tu vida y la de tu familia y se feliz con lo que tienes, y no te frustres por lo que aún no llega.