Comedia de lo absurdo
Por Alfredo Bielma V.
Un mundo cargado de referencias llena el arcón de quienes hemos tenido la oportunidad de vivir más allá del septuagésimo periodo de vida, incluyo en este segmento a los sexagenarios porque comparten las mismas circunstancias sociales en las cuales las generaciones desarrollaron sus personales experiencias de vida, conocieron de las crisis económicas, la inflación, la devaluación monetaria en la cruda realidad, reflejadas en las pérdidas del patrimonio, penurias hogareñas, ahorros pulverizados, ilusiones perdidas etc. Todo un bagaje de experiencias adobadas con los consabidos fraudes electorales, relleno y robo de urnas, robo de boletas electorales, quemas de palacios municipales, bloqueos carreteros y a pozos petroleros, y muchos etcéteras más provenientes del devenir de nuestra muy sui generis democracia.
Pese a estos malabares existencialistas esas generaciones vivieron un México y un Veracruz todavía pujantes, salían del ruralismo, las ciudades engrosaban sus cinturones de miseria por la migración del campo a la ciudad en donde la clase media empezaba a ensanchar sus filas. Las míticas pangas que atravesaban los caudalosos ríos cargando vehículos y personas de una orilla a otra daban paso a modernos y espectaculares puentes, autopistas nunca imaginadas acortaban las distancias, todo adivinaba un futuro provisorio y con mejores condiciones de vida. Un presidente nos convocó a “administrar la riqueza”, otro a “la renovación moral” y cuando en Veracruz todavía había grandes esperanzas en el futuro, un visionario gobernador, Acosta Lagunes, lo catalogó como el “Granero y Yunque de la Nación”. No fue logro alcanzado, aunque sí positiva aspiración por realizar lo posible.
Antaño, en este solar veracruzano, como en muchos en el país, las tertulias, cantos, serenatas y paseos de madrugada llenaban el escenario de nuestro costumbrismo, vivíamos en paz… hasta que te conocí, como cantaba el vate Juan Gabriel. ¿Qué ocurrió en México para llegar a los extremos de los males sociales que padecemos? ¿a partir de cuándo sucedió? Es difícil establecer un parteaguas muy preciso de problemas incubados y acrecentados durante el desarrollo de una sociedad, pero si acudimos a la perspectiva histórica podemos señalar fechas, acontecimientos y, obviamente, individuos, los más del ámbito político pues hipotéticamente los gobernantes son responsables de conducir la vida de los pueblos, no los únicos, por supuesto.
Dejamos para otra instancia esa tarea, pero no por desafortunado deja de ser interesante el episodio histórico que nos ha tocado vivir, la riqueza de las malas experiencias es aleccionadora y debiera servir de guía a las generaciones venideras para evitar su repetición. En esta romántica provincia, otrora apacible, recodo nacional para el ensueño, la trova, la música y la gastronomía, casi todo se descompuso, o lo descompusieron malos políticos y aprendices del arte de servir.
El destino de Veracruz, que ha sido rumbo histórico en la Conquista, puerta de entrada para la Colonia, aliento regenerador en la Reforma, cuna del agrarismo, promesa petrolera, se ha ensombrecido durante las dos primeras décadas del siglo XXI. No es casualidad que en solo 19 años hayamos votado para elegir cuatro gobernadores, lo que durante “la normalidad” hubiera llevado 24 años. Muy reciente todo, pero ya sabemos que no es positivo el balance de los tres gobiernos estatales anteriores al actual, de cuyo desempeño nada bueno podemos subrayar aún.
El de Fidel Herrera fue un gobierno de mentiritas, y no necesariamente porque haya institucionalizado la mentira como actitud para gobernar, sino por la simulación que imperó durante el sexenio del “vamos bien y viene lo mejor”, lo único cierto de ese periodo fue la voraz corrupción y la audaz maniobra para dejar en su sucesor el valladar a sus tropelías. Pero el heredero, Javier Duarte, no tenía vocación de servicio y demostró con creces ausencia de capacidad para el arte de gobernar, aunque se sirvió bien en el festín del poder heredado, por lo que paga con cárcel su lujuriosa glotonería al engullirse con fruición digna de mejores causas grandes tajadas del erario veracruzano, para sí o para propósitos que solo en su ingenuidad política pudo imaginar. Miguel Ángel Yunes Linares fue la decepción popular, porque en contraste con su antecesor en el gobierno posee experiencia política, pero la aprovechó solo para un proyecto dinástico, malogrado por el enojo ciudadano que se volcó en pos de la esperanza personificada por López Obrador. Yunes Linares se olvidó de gobernar y dejó expedientes de irregularidades en la aplicación del recurso público, ahora paga con incertidumbre sus actitudes retadoras, y es objeto de una cacería virtual, con mensajes cifrados en los repetidos “borregos” sobre ordenes de aprehensión en su contra, avisos que como Espada de Damocles penden sobre su cabeza.
Por efectos de la ola lopezobradorista Cuitláhuac García está al frente del destino de ocho millones de veracruzanos, sin embargo, no da luces de estar capacitado para un desempeño eficiente en esa tarea, no lo ha demostrado al menos hasta ahora. Durante su gobierno Veracruz permanece en números rojos en inseguridad pública, en decrecimiento económico y en salud, son señales elocuentes de que no le están acompañando los buenos resultados: figuramos en los primeros lugares en homicidios, en feminicidios, en secuestros, en extorsión, en robo al transporte de carga y de pasajeros, en abigeato; la economía luce estancada en sus tres sectores, la construcción deprimida, el campo yace sin apoyos, el turismo no llega en la debida proporción; en salud, encabezamos las cifras en dengue, en influenza, en Sida, en obesidad, en diabetes, en cáncer de mama y, por si fuera poco, el desabasto de medicinas ha sido condición permanente este año. Son inéditas las actuales circunstancias de Veracruz ¿podría estar peor este ya preocupante escenario?
A Cuitláhuac se le encima otro quehacer personificado en la hiperactividad mediática permitida a Duarte de Ochoa desde su domicilio en el Reclusorio Norte. La estrategia de Duarte para “limpiar” su imagen conlleva inherente reavivar el muy difundido rumor sobre presuntos apoyos económicos aportados por aquel a la campaña de Cuitláhuac, de ser verdad tal vinculación delataría vergonzosas complicidades políticas. El caso de Javier Duarte de Ochoa hubiera servido de tema a Honorato Balzac, excelso novelista francés de la primera mitad del siglo XIX, para incluirlo en el compendio de su gran obra literaria, La Comedia Humana, integrada por la narración del costumbrismo francés de su tiempo. En este tema, la corrupción ocupa lugar prominente, por lo que se antojan patéticos los desesperados esfuerzos de Duarte por diluir las acusaciones en su contra, debido a lo cual el título actualizado de este triste episodio de la vida en Veracruz sería el de una “Comedia de lo absurdo”.
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