Pienso, Luego Escribo

CULTURA Y EMERGENCIA

Por Akiles Boy *

De acuerdo con la percepción de muchos, la pandemia de la que hablamos todos, hizo repuntar la cultura en el mundo. El confinamiento de las masas, obligó a fijar los sentidos, inesperadamente limitados a espacios reducidos, en cualquiera de las expresiones culturales, el cine, la música, la danza, la literatura y demás. El interés de tres cuartos de la humanidad atacados por el virus, ahora se sitúa en el entretenimiento, el relajamiento, la terapia o la superación y crecimiento personal. Las voces optimistas repiten, después de pasada la contingencia, la humanidad habrá cambiado.

¿Estamos ubicados en un tiempo crucial para la cultura?, especialmente en aquellos países en que la actividad cultural es nula o con foros y recursos frecuentemente ajustados o regateados como en México. Pensemos que por fin abrimos los ojos y reconocemos su valor social y económico. En muchas naciones de Europa, Italia y Francia por ejemplo, la cultura también es negocio y gran atractivo para el turismo mundial.

¿Es el momento de aprovechar su valioso aporte, a la circunstancia de aislamiento social en que nos encontramos?, para posicionar a la cultura como un satisfactor de primera importancia y anotarla en la lista de prioridades del pueblo mexicano. De darle mayor énfasis al discurso de la creciente deshumanización y la necesidad de atenuar o atajar la frivolidad y la idolatría por el dinero y los bienes materiales, en perjuicio de la naturaleza y del mismo ser humano.

Después de salir de la crisis sanitaria y en medio de la económica que vendrá, ¿Seremos capaces de mantener la emoción y el interés por las expresiones culturales?, que hicieron menos tormentosa la soledad para algunos, y para otros, aligeraron o atemperaron la convivencia familiar, en muchos casos olvidada o disminuida, por las nuevas realidades y dinámicas sociales. Daremos el paso de los monitores y demás dispositivos electrónicos que nos sirvieron en casa, para convertirnos en gestores, promotores o simplemente salir a solicitar la activación del quehacer cultural en nuestras ciudades, con una mayor inversión.

Ese será uno de los desafíos de los tiempos que vendrán, dejar atrás las políticas públicas del menosprecio o marginación de la cultura, como actividad fundamental para el desarrollo humano y social. Un signo de atraso de los pueblos, me parece, es la inmovilidad o el estancamiento de los procesos que permiten la evolución y enriquecimiento de la cultura. A la exigencia de salvar la economía, porque es la que genera trabajo y bienestar, le debe seguir, recobrar, conservar e impulsar las actividades culturales en las ciudades, por la razón de que, durante la pandemia funcionaron bien como catalizadoras del ánimo social y favorecieron la armonía familiar.

Para concluir, agrego unos datos asociados a la reciente celebración del Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor. De acuerdo con los resultados del Módulo sobre Lectura MOLEC 2020 del INEGI, que proporciona información del comportamiento lector de las personas de 18 años y más, el 41.1% de la población alfabeta  dentro de ese rango de edad, declaró haber leído, al menos un libro en los últimos doce meses. Sin embargo, la mala noticia  es que hubo un retroceso con respecto al informe de 2016, año en que se registró un porcentaje de 45.9%. Por otro lado, también revela que los lectores de libros en formato digital aumentó de 7.3% a 12.3% en los últimos cinco años, debido a la velocidad en que se incrementó el uso de la tecnología de la información. Esto amigos, muestra solo un rasgo de las condiciones de la cultura en México. Hasta la próxima.    

Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.

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