LA VERDAD Y LOS COMUNICADORES
María del Carmen Delfín Delgado
Hace mucho que los medios de comunicación e información dejaron de ser intermediarios para convertirse en protagonistas del escenario social. En la actualidad las opiniones de los comunicadores suelen ser un punto de referencia para que la ciudadanía se forme sus propias ideas acerca del acontecer diario.
La tarea del comunicador es especialmente delicada pues le corresponde convertir lo cotidiano en algo novedoso. La tarea del periodista, más que perseguir la nota, es llevar a la audiencia y a los lectores a través de la imagen o la palabra, sea hablada o escrita, a descubrir que las historias que le rodean son la propia, que las necesidades que se expresan y las soluciones que se plantean requieren de la opinión pública.
El trabajo del comunicador esencialmente consiste en informar para que el público con quien comparte la noticia se forme una opinión propia y tome sus decisiones.
La democracia a la que aspiramos en México requiere de una ciudadanía con criterio, y el criterio no se manipula, se forma de manera individual. Por ello es de especial relevancia que en el trabajo periodístico se entienda, como en muchas otras tareas que llevamos a cabo día a día, que no sólo se trabaja para uno mismo, para convertirse en líder de opinión, para hacer que otros repitan lo que uno dice, sino para contribuir a que los demás formen su propia idea de lo que sucede en el mundo.
Para el ejercicio de la libertad es necesario acompañarse de la responsabilidad. La mayoría de los medios de comunicación e información están organizados en empresas, se integran en organizaciones como muchas otras actividades económicas, lo que les brinda solvencia y legalidad librándolos de “compromisos” para ocultar o manipular hechos oscuros. Los medios comprometidos con la verdad tienen una característica peculiar: su esencia va más allá de la transmisión de datos, reside en la expresión de ideas que, de manera libre, se comparten a través del espacio público, de columnas, blogs, revistas digitales, periódicos, en fin, por los múltiples recursos que hoy nos brindan los avances tecnológicos.
La libertad de expresión, en todos los aspectos, y el derecho a la información son conceptos íntimamente relacionados, se ha hablado hasta el cansancio de ellos como factores esenciales en los medios de comunicación, sin embargo, en algunos sectores de la sociedad y del gobierno se han manejado bajo alguna conveniencia, afortunadamente siempre hay voces que defienden lo que por derecho le beneficia a la sociedad.
En cuanto a la responsabilidad no sólo es aplicable al periodista o comunicador, y atañe a todos los que se consideran líderes de opinión, a los representantes del pueblo (así se hacen llamar) que tienen en sus manos el destino del país, de sus discursos y mensajes a la ciudadanía dependen el bienestar y la estabilidad en la sociedad, un pueblo mal informado y manipulado por sus líderes va directo al caos, a la violencia, al retroceso. En correspondencia, los emisores de la información tienen que lidiar con las limitaciones que el medio de poder impone para disfrazar la verdad, sin embargo, el impacto de la información mediática sobre los sentidos de los receptores es tal que tendemos a tomar la información limitada y acotada por el medio como una “verdad impuesta” y no como el ángulo de una mirada.
“Cuando la verdad se digna venir, su hermana libertad no estará lejos.” (Mark Akenside)