VIRGINIA DURAN CAMPOLLO
Al igual que un imperio, los mexicanos hemos mantenido una monarquía de partidos políticos. Suman cientos de miles de millones de pesos, producto del erario, lo que se ha destinado a una mayoría avariciosa y corrupta. En una balanza, no han sido gobiernos productivos sino succionadores. Viven como reyes, príncipes, virreyes, conserjes de un reinado habitado por la mitad de su población en pobreza y un grupo mayoritario en la miseria. Como en la Francia de los Miserables, del eterno escritor francés Víctor Hugo, mientras el pueblo muere de inanición, enfermedades, hambre un círculo muy cerrado lo hace en la ostentación. Codeándose con lo más destacado del empresariado nacional relevante, con quienes negocian descaradamente y los eximen del pago de impuestos. Las cúpulas beben, comen, pasean como grandes magnates y tiran el dinero sin miramiento alguno. No solo adquieren majestuosas construcciones propias, sino para familiares, cómplices, amigos, amantes. Mujeres y hombres que calzaban huaraches, antes de entrar a la política, y después zapatos con costos de hasta 30 mil pesos. En vez de beneficios notables para la nación, la han empobrecido con sus excesos de todo tipo. Nadie es culpable. Argumentan ser perseguidos políticos y solicitan arraigo domiciliario, los muy cobardes. *** Se logró con el cambio, arrasar con la partidocracia voraz y emputezida. El triunfo no fue solo el líder del partido, sino los ciudadanos hartos del tema. Lo que ahora suceda es responsabilidad de MORENA. Si juegan a la partidocracia de estado, para beneficiar las causas personales de su dirigente son traidores a la Patria. Muchos de ellos lo saben, lo entienden, lo asimilan, les preocupa pero callan cobardemente. Esto no va nada bien, pues las carencias son notables. Hay cosas buenas, pero la incertidumbre persiste. Ya fue un año, con la misma cantaleta de la culpa a los del pasado. Las descalificaciones que nada abonan y separan. El juego es perverso. El cansancio se ve, se siente. Diputados y senadores de MORENA, deben entender que a los únicos que tienen que atender y servir es a sus contratantes: el pueblo. Parece simplista, pero es real. Lo vemos en las caídas de los grandes imperios. Cuando los gobernantes son omisos, necios, sordos y ciegos el destino de su poderío se escribe. ***Y para las agruras del mole…usted sabrá qué tomar. Hasta la próxima.