Confetti

RELATOS DE UN CONDUCTOR

Por María del Carmen Delfín Delgado

La vida, entretejido de recuerdos, vivencias personales como engranajes del reloj que marca el imparable andar del tiempo, en cada tictac queda impregnado un fragmento de la memoria que más tarde se volverá parte de nuestra historia.

Rememorar el pasado como parte del recuento de nuestra propia existencia es un acto que concientiza, valorada capacidad atribuida solamente al ser humano con la inteligencia para actuar y resolver situaciones utilizando el material guardado en la memoria. Esta recolección de pasajes personales, de acciones de otros y de  eventos de la naturaleza,  aderezada  con la miel de la felicidad y con el acerbo de las vicisitudes, es el bagaje guardado en la mente, que cual  linterna mágica basta con el leve roce de la nostalgia para que salgan  a la luz esos recuerdos, reviviendo el pasado para volverlo presente.

Nuestra historia personal está íntima e inevitablemente relacionada a la de nuestra familia, a la vida de los padres, de los abuelos, de los hermanos y de las personas cercanas que nos han rodeado a lo largo del camino, sus vivencias, su forma de pensar y actuar, los hitos que los marcaron, todos son parte de nosotros, su influencia en menor o mayor medida ha contribuido a lo que somos física y mentalmente. Así, nuestros descendientes recibirán esta herencia y conocerán su origen, su árbol genealógico, a comprender lo que son.

Relatos de un conductor es todo esto, es el legado que don Tomás Ortiz Morales dejó a su familia, herencia valiosa fruto de las vivencias personales contenidas en sus relatos, historias que son fragmentos de vida, anécdotas que fueron relevantes en su trayectoria como trabajador responsable y cumplido, en su vida social como entrañable amigo, en su papel como esposo y padre amoroso. En cada párrafo se percibe la entereza y la convicción de la persona formada en un núcleo familiar con valores, respeto y cariño; comparte su íntimo pensar aun en situaciones desagradables que quedarán como ejemplo de vida y fortaleza.

María del Rosario Ortiz rescata de su memoria el material que hoy nos presenta en este libro, compendio de las historias contadas por su padre años atrás, con el amor que le profesa plasma en la hoja las aventuras que protagonizó a lo largo de su vida desde que ayudaba a su abuelo en un local del mercado Jaúregui, el trato rudo de  su padrino quien lo empleó en un bar, pasando por su estancia en el puerto de Veracruz como ayudante en la funeraria del tío, hasta las peripecias como cobrador, conductor de transportes de carga, de autobuses de pasajeros y así como de un tractor.

La autora pone en cada palabra un pedazo de su corazón, por medio de su escritura da voz al autor de sus días, con descripciones claras y sencillas comparte el pensamiento del hombre que construyó lazos afectivos fuertes y fructíferos con las personas que convivió en su estancia en este mundo, quien superó obstáculos para estar con su compañera de vida, al padre que se las arregló para cubrir las necesidades de los pequeños hijos y de toda la familia.  

En esta colección encontraremos historias pequeñas pero de gran contenido emocional, otras más, con hechos inverosímiles donde un elefante funge como despertador o la famosa “Llorona” lo visita a media noche. En ocasiones la luz de san Telmo iluminará los caminos. Anécdotas contadas por quien tuvo todo tipo de experiencias, sucesos con los que se identificará el lector y le harán viajar al pasado, reflexiones que removerán sentimientos. Con un importante aporte al compartir escenas de la vida cotidiana del siglo pasado, es un referente histórico que enriquece el conocimiento de la ciudad y la región.

mcarmendelfin@hotmail.com

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